El Yaque del Sur represado

El Yaque del Sur represado

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Ha ocasionado, por años, severas preocupaciones a los habitantes en la zona baja del río Yaque del Sur, y en el área comprendida desde Tamayo hasta la Bahía de Neyba al norte de la ciudad de Barahona, las grandes crecientes que experimenta el río anualmente, inundando todos esos terrenos, en particular a las comunidades de Fundación, Habanero, Palo Alto Jaquimeyes, Pescadería y otros.

Los medios de comunicación se hacen eco de como se pierden pertenencias y los terrenos quedan anegados de agua de las crecidas del Yaque del Sur, y por varios días, sus habitantes no pueden accesar a sus viviendas o salir de ellas.

Recientemente la prensa y la televisión reportaron la última inundación que produjo el Yaque del Sur en su parte baja, y el sector oficialista anuncia, como panacea, el que alguna vez se construya la presa de Monte Grande para atenuar las crecientes del río, más arriba de Tamayo, hasta el desagüe en la Bahía de Neyba.

El Yaque del Sur, junto con ríos haitianos, fueron los encargados, hace miles de años, de cortar el canal del mar que comunicaba la Bahía de Neyba con la de Gonaives en Haití, dejando como prueba de su actuación de depositar millones de metros cúbicos de sedimentos, a los lagos Enriquillo y Sumatre, que quedaron por debajo del nivel del mar; ellos son los vestigios del paso del mar al pie de las sierras de Bahoruco y la de Neyba.

Los terrenos, así rescatados del mar, conservaron por miles de años gran salinidad y el ingenio humano en pleno siglo XX cuando se estableció el ingenio Barahona, de propiedad norteamericana, comenzaron a lavar los terrenos para poder sembrar caña de azúcar y más luego se aprovecharon eficientemente para el desarrollo agropecuario con los excelentes plátanos barahoneros y su ganadería, que bien la lleva desarrollando una importante empresa lechera nacional.

El río Yaque del Sur, en su recorrido hacia el mar, tropieza en su desembocadura con una gran extensa barrera de corales, que a todo lo largo de la costa, hasta casi cerca de Puerto Alejandro, limita la capacidad de desagüe del río, y entonces, sus aguas son represadas y más cuando se producen grandes crecientes, lo cual el eleva el nivel del río, e inunda todos esos terrenos bajos, desde Canoa hasta Fundación y Habanero.

Como se ve, existe un dique natural para que el desagüe del río en su desembocadura sea anormal, obligando a que el agua se represe, retroceda y produce los daños que anualmente genera en esas comunidades de su cuenca baja.

Atacar ese problema, de represamiento por los corales de la boca del río Yaque del Sur, es mover el ingenio humano para buscarle una solución en que la más práctica sería dinamitar esa barrera en una longitud de más de 500 metros, de forma que se elimine ese obstáculo y el río pueda verter sus aguas libremente al mar.

Se trata de un problema de una toma de decisión responsable sin importar las críticas, ya que sería muy combatida, una por los conservacionistas y ambientalistas que se opondrían a que se destruyan tantos corales, y la otra, que está en juego la vida y propiedades de miles de seres humanos que cada año ven perder sus cosechas y hasta sus viviendas; ya no esperan nada de los gobiernos, los cuales apenas acuden a socorrerlos por algún tiempo, a veces son afortunados y se les construyen casas o reciben alimentos, utensilios del hogar y ropa por cierto tiempo.

Se trata de un problema, como se vio este año, que está ocasionando perjuicios considerables y es tiempo que los técnicos del INDRHI, Medio Ambiente, Salud Pública, Agricultura y Obras Públicas estudien detalladamente sobre el terreno la situación que ocasiona la barrera de corales, la cual existe desde tiempo inmemoriales. Es la causa para que las crecientes del Yaque del Sur sean cada vez más destructoras a la propiedad. Que los organismos oficiales y del sector privado como representantes de las fuerzas vivas de las comunidades de Barahona analicen las soluciones para que se apliquen, y sin falsas poses de proteger el medio ambiente, ya que se preferiría que continúen en los peligros y daños para todas esas gentes sometidas al terror anual de las aguas embravecidas de ese gran río que ya una vez con el huracán George sembró la destrucción y muerte en esa zona.

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