El yerno del rey de España intenta alejar el caso de corrupción de la Casa Real

<P><STRONG>El yerno del rey de España intenta alejar el caso de corrupción de la Casa Real</STRONG></P>

PALMA DE MALLORCA, España. AFP. El yerno del rey de España, Iñaki Urdangarin, que declaró hoy ante un juez de Baleares que lo investiga por presunta corrupción, intentó alejar a la Casa Real de este escándalo que cerca cada vez más a esta institución.  

El esposo de la hija menor del rey Juan Carlos, la infanta Cristina, es sospechoso, al igual que su ex socio, Diego Torres, de haber desviado varios millones de euros de dinero público a través del Instituto Nóos, una sociedad de mecenazgo que presidió entre 2004 y 2006.  

Urdangarin, ex campeón olímpico de balonmano de 45 años reconvertido en hombre de negocios, empezó su comparecencia en Palma de Mallorca (Baleares) leyendo un comunicado en el que intentaba mantener al margen de la investigación a la familia real que, según unas informaciones conocidas a lo largo de esta semana, podría haber estado al corriente y asesorado las actividades de su empresa de mecenazgo.  

«Declaro que la Casa de Su Majestad el Rey no opinó, asesoró, autorizó o avaló las actividades que yo desarrollaba en el Instituto Nóos», señaló Urdangarin.  

«Por el contrario, cuando tuvo conocimiento de la existencia de reproches políticos a las Administraciones públicas contratantes, la Casa de Su Majestad el Rey me trasladó las recomendaciones oportunas para que dejara de realizar una actividad que no consideraba adecuada para mi ‘status’ institucional y así lo hice» finalizó.  

Durante toda la semana, la prensa española fue revelando en contagotas datos procedentes de mensajes de correo electrónico atribuidos a Urdangarin y entregados al juez por su socio Torres que parecen indicar que el monarca habría apoyado y seguido de cerca los negocios de su yerno.  

Estas revelaciones son comprometedoras para una Casa Real que, desde finales de 2011, intenta marcar distancias entre las actividades profesionales de Urdangarin y la institución, al mismo tiempo que trata de mantener a la infanta totalmente al margen de la investigación por corrupción de su marido.  

Pero la inquisición del juez cada vez estrecha más el cerco en torno al núcleo de la familia real y tras Urdangarin, está previsto que declare ante el magistrado Carlos García Revenga, secretario personal y hombre de confianza de las infantas Cristina, de 47 años, y Elena, de 49.  

«Más que un secretario», según el periódico El País, García Revenga es el único empleado de la Casa Real con el privilegio de tutear a las hijas del Rey.  

El hombre de confianza de las infantas será interrogado sobre «las labores de asesoramiento o consulta que pudiera haber llevado» al yerno del rey Juan Carlos, según una fuente judicial.  

En Palma de Mallorca, el juez José Castro continúa recopilando meticulosamente las piezas del expediente de este escándalo que ya hizo declarar a Urdangarin hace un año.  

Espigado y elegante, se casó con la infanta Cristina en 1997 y durante mucho tiempo encarnó al yerno ideal antes de caer en desgracia, hasta el punto de desaparecer de las fotos oficiales de la familia.  

Este nuevo capítulo judicial llega en el peor momento para el Rey que, a sus 75 años, volverá a pasar por el quirófano por séptima vez en menos de tres años el próximo 3 de marzo por una agudización de una hernia discal.  

Apoyado en unas muletas desde que fue intervenido de la cadera en noviembre, el Rey cada vez cede más su puesto en las ceremonias oficiales al heredero de la Corona, el príncipe Felipe, que acaba de cumplir 45 años y parece el único capaz de asegurar la pervivencia de la monarquía.  

Este viernes, tras varios llamamientos hechos por políticos para que el Rey abandone su puesto y rumores sobre una eventual abdicación, la Casa Real salió al paso de los mismos.  

El Rey «no tiene ninguna intención de abdicar», afirmaron fuentes de la Casa Real.  

Pero en una España minada por la austeridad y el desempleo, la opinión pública ya no perdona los escándalos de corrupción que salpican a los más altos símbolos del Estado y menos de la monarquía, intocable durante mucho tiempo. 

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