El Zoodom renace de su abandono

El Zoodom renace de su abandono

En abril del pasado año visité con mis nietos el parque zoológico, y para mi y la familia constituyó una agradable sorpresa, al volver hace unos cuantos días, notar el notable cambio que han experimentado las instalaciones, así como las condiciones de las variadas especies de animales y pájaros que habitan en las jaulas o en la Planicie Africana.

El cambio es como del cielo a la tierra. La limpieza de sus calles e instalaciones denota un esfuerzo extraordinario en el hábitat de los animales, que antes estaba lleno de basura, aguas estancadas y malezas, ahora está limpio y adecuado para darle un confort a las especies en cautiverio.

Lo más impresionante es el cambio en la cañada que viene desde Cristo Rey, que atraviesa en su área de entrada las instalaciones, que aun cuando está muy contaminada por las aguas negras, al menos ya no tiene los restos de vasos y platos plásticos, de telas, etcétera que antes la hacían parecer a una reguera de la avenida Duarte. Por ahora la basura está concentrada en el exterior y próximo a un millonario residencial que se construye en desoladas colinas a orillas del río Isabela.

Se nota que hay una nueva orientación y dirección en el Zoodom. De esa manera contribuye a que los visitantes, que van a ver los animales, aves y pájaros, reciban una grata impresión para disfrutar un lugar, en que su espesa concentración boscosa rivaliza en belleza con la vegetación del Botánico e impresiona por sus conservados árboles de diversas especies.

Recorrer en tren la primera etapa, por un sendero bien cuidado, contemplando palomas, lechuzas y aves de carroña, permite adentrarnos en un ambiente cautivador por la frondosidad de los árboles hasta llegar a la Planicie Africana, donde concluye el recorrido en tren para cada quien apreciar por su cuenta los animales en cautiverio en sus zonas restringidas y bien cuidadas. Ya las verjas están reparadas y limpias las fosas que protegen a los visitantes. De todos los animales en cautiverio solo están famélicos los venados, quizás padeciendo de una alimentación que no es de su agrado, distinta a la que obtenían en los grandes bosques de América del Norte.

Detenerse en esos fosos de animales salvajes contribuye a una gran lección de zoología llevando a recordar con admiración a quien fuera el artífice de esas instalaciones quien fuera brillante arquitecto Manuel Valverde Podestá, fenecido a destiempo.

Los terrenos donde se ubica el zoológico reúnen todas las condiciones para que, poco a poco lo que se ha ido rescatando, contribuya al esparcimiento de los niños y también de los menos niños que así disfrutan de una estadía bien singular; se realizan largas caminatas para visitar el aviario en reparación, o el zoológico de los niños o contemplar los escasos ofidios encerrados en pequeñas jaulas.

Las instalaciones del Zoodom están en un proceso de renovación y la actual dirección mantiene un ritmo de trabajo notable con las diversas brigadas de obreros en mantener la limpieza, eliminar malezas y cuidar a las especies en exhibición, las cuales se observan bien atendidas, con excepción de los venados.

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