Sus miradas están tristes. Lánguidos, parecerían desfallecer. Ya no son fieras: son un amasijo de carne y huesos que provoca lástima. Casi no comen y es normal que no tengan agua. Por eso han perdido las fuerzas. Pero, ¿qué más da? Al final no son más que un par de leones. En un país con tantos problemas, ¿cómo preocuparnos por ellos o por un cocodrilo que navega en un charco de agua sucia y parece morir?
Como ellos, el resto de los animales del zoológico de Moca necesita mejores condiciones. En jaulas maltrechas, sin higiene ni cuidados, han sido abandonados por las autoridades municipales y medioambientales, que parecen esperar que cada uno de ellos vaya muriendo para salir de ese “problema”.

El drama del zoológico no es nuevo ni se desconoce. En dos ocasiones Medio Ambiente ha hablado acerca de él: en abril del 2013 dijo que lo cerraría y en marzo del 2014 anunció que lo convertiría en un centro de educación ambiental. Aún no ha hecho nada, sin embargo, lo que ha provocado la muerte de muchas de las especies y ha convertido el lugar en un foco de contaminación terrible: las aguas negras han tomado la cañada que lo rodea y eso, mezclado a la basura y a la insalubridad en la que viven los animales, puede convertirse en una bomba de tiempo.

El sufrimiento de los animales, aunque es una crueldad, le importa poco a las autoridades. Tampoco, al parecer, les preocupa el peligro al que se exponen los visitantes y quienes viven en las cercanías del zoológico. ¡Cuánta insensibilidad e irresponsabilidad!