MONTREAL. ¿Se verán las ciudades y los campos invadidos por un incesante zumbido artificial? Para hacer entregas a domicilio, vigilar los campos o filmar hazañas en esquí, los drones civiles invadirán en breve nuestra cotidianidad.
En mayo próximo se inaugurará un nuevo capítulo que acerca la ciencia ficción y la realidad: el primer drone automático para el gran público, sin mando a distancia, se pondrá a la venta por 899 dólares.
Como un perro bien entrenado, el Hexo+ y sus seis hélices avanzan al paso de su patrón (en realidad, al paso del smartphone de su patrón) gracias a una pequeña antena de radio conectada al teléfono.
Desarrollado por el nuevo emprendimiento francés Squadrone System, esta tecnología está dirigida a los entusiastas de los deportes extremos, a fin de que puedan filmarse desde lo alto mientras esquían o surfean una ola.
Una aplicación del iPhone permite programar movimientos de cámara dignos de la industria del cine. ¿Pero qué pasaría si esta tecnología, que despierta el interés de los principales fabricantes de aviones no tripulados, comenzara a utilizarse, por ejemplo, para vigilar niños pequeños en un parque público?
El cofundador de Squadrone y excampeón mundial de snowboard Xavier Delerue quiere creer que este siniestro desvío no podría ocurrir: «Hay regulaciones para protegerse del uso abusivo», dijo a la AFP este emprendedor, cuya pequeña compañía ha obtenido un millón de dólares en el sitio de recaudación de fondos Kickstarter.
Entregas a domicilio
Tanto en América del Norte como en Europa, los legisladores han tomado nota del aceleramiento de las innovaciones y buscan prepararse para la colonización de los cielos por parte de estos pequeños robots a hélice.
A diferencia de los drones militares, los aparatos civiles tienen una autonomía muy limitada (entre 8 y 20 minutos) y apenas pueden, por ahora, transportar una pequeña cámara. Pero, aunque no puedan llevar mucha carga, la carrera por la quimera del oro ya ha empezado.
A fines del año pasado, el gigante en línea Amazon informó que pronto usará drones pequeños para hacer entregas a domicilio. Luego la cadena rusa de restaurantes de comida rápida Ilya Farafonov inauguró, a fines de julio, su drone para distribuir pizzas. La compañía espera ampliar esta experiencia a las 18 ciudades donde tiene sucursales.
Para muchos «dronólogos», recurrir a flotas de pequeñas aeronaves para entregar hamburguesas es absurdo. «¿Por qué haríamos eso?», se preguntó Andreas Raptopoulos, director ejecutivo de Matternet, una «start-up» que explora el uso humanitario de los drones en naciones subdesarrolladas.
«¿Por qué no usamos esta misma tecnología para salvar la vida de alguien?», comentó al diario británico The Guardian. Este emprendedor griego creó una empresa para establecer redes de drones que envíen comida y medicamentos a zonas de conflicto o zonas afectadas por desastres naturales.
Matternet ya ha realizado vuelos de prueba en Haití y, en septiembre, debería comenzar a transportar muestras sanguíneas para la ONG Médicos Sin Fronteras. En tanto, la ONU utiliza drones desde diciembre pasado en el este de la República Democrática del Congo, para vigilar la actividad de los rebeldes a lo largo de las fronteras con Uganda y Ruanda.
«Si son usados con imaginación, los drones del futuro podrían detectar focos de disturbios en un conflicto étnico, hallar supervivientes en medio de los escombros o incluso detectar la temperatura corporal de las poblaciones para detener epidemias mortales», estimó Jack Choe, exembajador estadounidense devenido en defensor de los drones humanitarios.
Si bien las organizaciones no gubernamentales están aún lejos de ser capaces de desplegar estos aparatos en zonas sensibles, la prensa ya les ha dado uso. Una escuela de periodismo en Canadá está formando las primeras generaciones de «dronoreporteros», con sus cursos especializados de rodaje de reportajes asistidos con drones.
Los drones en el arte
La fotografía aérea es una de las virtudes de los drones que más ha capturado la imaginación de los agentes inmobiliarios, deseosos de utilizarlos para darle un valor añadido a lujosas propiedades en lugares como Los Ángeles o Toronto, aunque existen regulaciones muy estrictas que limitan los vuelos en áreas densamente pobladas.
Pero las zonas rurales son un buen lugar para hacer volar estos aparatos. Las granjas los pueden usar para evaluar las condiciones del suelo, guiar tractores o analizar cuáles son las formas más efectivas de utilizar fertilizante.
Hace dos años, el francés Vivien Hériard-Dubreuil fundó Flyterra, con sede en Nueva York, para explotar las oportunidades de los drones en el campo.
«El uso de drones para maximizar las cosechas es muy prometedor», dijo a la AFP, al añadir que su flota de aeronaves también podría utilizarse, por ejemplo, para inspeccionar minas, represas y molinos.
La revolución de los drones también tiene un aspecto cultural. Un grupo de australianos recientemente lanzó el I-Drone, con un proyector de video que transforma las paredes de las calles de Melbourne en pantallas de cine:
Projector Drone By I-Drone from I-Drone on Vimeo.
Y, en Japón, un grupo de danza contemporánea presentó en mayo una exploración sobre la relación entre la tecnología y el cuerpo humano: