Escogidos los candidatos demócrata y republicano para optar por la presidencia de los Estados Unidos, en las que por primera vez en la historia una mujer es postulada por uno de los dos partidos tradicionales, con amplias posibilidades de llegar a la Casa Blanca, y frente a un contendor que si bien tiene como su principal obstáculo los ruidos que él mismo ocasiona a su campaña, la presencia en la boleta republicana del magnate de las finanzas no puede ser ignorada.
Aparte de sus yerros en su discurso electoral, Donald Trump es un rival a tomar en cuenta por lo que representa del voto tradicional, defensor de una arenga conservadora que se cobija con el Partido Republicano, de una agenda bélica y defensora de los valores más clásicos de esa sociedad.
Esa frontera se trazó desde que Franklin D. Roosevelt introdujo reformas sociales, económicas y políticas a partir de su primer mandato, con lo que provocó un viraje del electorado de raza negra, de los trabajadores y demás capas de la población ubicadas más hacia la izquierda, que pasaron a inclinarse con los demócratas, definiendo los dos polos electorales existentes. A los demócratas se sumaron los latinos, un sector de votantes que mayoritariamente le favorece.
El sistema electoral de los Estados Unidos es muy participativo y democrático, a pesar de que dos entidades hegemonizan la política partidista. Este sistema norteamericano es muy especial.
En ciertos Estados, la papeleta de sufragar contiene también propuestas de políticas públicas para que el elector exprese su punto de vista, la apruebe o no. Para hacer la gobernanza más participativa y plural, las medidas por las que votan los ciudadanos tienen que ver con emisiones de bonos, la obtención de fondos en préstamos para proyectos públicos, así como otros temas de interés general o críticas al gobierno sobre aspectos negativos de su quehacer diario.
Desde la década de 1970, se tiene como norma conocer quiénes van a ser los precandidatos presidenciales de los dos partidos principales antes de llegar a las convenciones, de modo que los delegados a esos eventos votan por el de su simpatía.
Para muchos hacedores de opinión pública estadounidenses y expertos en política internacional, estas convenciones demócrata y republicana, se han convertido en ceremonias protocolares. Ahí radica que algunos analistas entiendan que esa es la principal causa de la disminución en la asistencia que se ha experimentado en las últimas votaciones.