Elecciones especiales

Elecciones especiales

Ubi Rivas.

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Las elecciones presidenciales pautadas por la JCE verificarse el venidero cinco de julio, las interpreto especiales, conforme es nuestro amado país en famosa versión del superbo humorista Cuquín Victoria; país de viceversas, versión de Félix María Del Monte, una de las pocas lumbreras de la primera República; país insólito, sello del ilustre tratadista Manuel Arturo Peña Batlle.
Resulta y tiene incontrastable vigencia, que un presidencial ganará las presidenciales con escaso mérito propio, persona por ADN carente de valor personal, condición sine qua nom para un gobernante y un periodista que asume su rol en función de importarle riesgo personal, carente de discurso atractivo y convincente, que brilla por su ausencia, como brilla por su ausencia su negativo carisma, y solo por las coyunturas, que todo lo determinan en los seres humanos, ascenderá al poder, que concluirá muy parecido al de Salvador Jorge Blanco: un fiasco.
Un segundo que precisamente en ese lugar quedará en el evento cívico, arrastrando un aplastante lastre de anomias de no solucionar su partido en 20 años elementales como reiterados reclamos ciudadanos, de electrificación, reciclajes sólidos, ni uno solo, caos tránsito vehicular, la canalla dueña de las calles ejerciendo exponencial delincuencia aterrante, aplastante, irresponsable y criminal deuda externa US$35 mil millones, dispensando sumas colosales en ayudas sociales con “recursos propios”, y otros del contribuyente, y ensordecedores decibeles de corrupción, y haitianizar el país.
Un tercero, también con el asfixiante dogal de su otrora partido, empleando sus últimos bríos no en ganar, que sabe imposible, sino en impedir que gane su otrora “compañero”, y así clausura la elíptica de la vendetta y el despecho.
Los sondeos son reiterativos endosando ganancia electoral a un especial candidato presidencial insípido, inodoro, inocuo, y hasta ahora, transparente por no arbitrar recursos ajenos.
Concluyo mañana.

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