Elecciones ¿para qué?

Elecciones ¿para qué?

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

Aunque los resultados han sido reconocidos e irrespetados una y otra vez hay un empeño, malsano, digo yo, por la celebración de elecciones “libres” por elecciones. para sustituir a las autoridades que sucederán las que representan los mandatarios negativos. Los próximos casos son los de Perú y Haití.

Veamos el caso de Haití. Constituye el de un territorio explotado por propios y extraños que actúan como tribus trashumantes que aspiran a obtener una sola cosecha, y después abandonar la tierra para que se la traguen la soledad, el descuido y se convierta en un erial.

Se realiza una campaña ruidosa, carnavalesca, imaginativa, con gran derroche de creatividad. Música, colores, ritmo, nuevos aires se convierten en sabrosas composiciones, que provocan contorsiones imposibles que se mezclan con las promesas de los candidatos que exageran cada vez más para buscar adormecer a los votantes incautos.

En medio de la borrachera de palabras, promesas, música, bailes, el pueblo sueña, los que mandan dividen lo que van a repartir y aplican la antigua regla que dice: el que reparte y reparte se queda con la mayor parte.

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El pueblo pone los muertos en campaña, los de arriba, los de siempre, se quedan con la parte gruesas del botín…y vuelta a empezar, hasta que vuelvan los disgustos, los abusos, y los pueblos despiertan y…mítines, protestas….

Lo del Perú se parece al cuento del ciego quien acompañado de su amigo el sordo se acercan al chimichurri donde les fiaban y les rebajaban el precio del servicio. El sordo pide un batido de tamarindo y el ciego lo mismo que su amigo, pero con papas.

Hace menos de seis meses fueron celebradas elecciones generales en Perú, en las cuales resulto electo legalmente un maestro de campo cuya imagen permite pensar que se trata de la genuina representación de la mayoría de los peruanos. Automáticamente los peruanos de la costa, los europeizados y engreídos petimetres, enemigos del progreso y del avance de los pueblos, iniciaron una política de colocar piedras, cada vez mayores, en todos los caminos.

Entre trampas constitucionales y triquiñuelas congresuales, guardias malacostumbrados a irrespetar la voluntad popular, apresaron, sacaron del poder al Presidente legítimo y pusieron en su lugar a una Vicepresidenta traidora, cuya apego al poder obtenido mediante trampas y vilezas le representa al Perú varios cientos de muertes, la pérdida de confianza en el llamado sistema democrático.

Y ahora cuatro “señorones” expertos en Derecho Constitucional le hacen coro a los gringos y piden elecciones para Perú como si esa fórmula hubiera contribuido por si a la solución de alguna crisis.

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