El conocido lugar común describe las elecciones generales de mañana domingo, en las que seis millones 765 mil 245 ciudadanos y ciudadanas podrán acudir a las urnas para elegir, voto a voto, a los candidatos que ocuparán los 4,106 cargos electivos disponibles, como la gran fiesta de la democracia. Una “fiesta cívica”, como la llamó el semanario católico Camino, que se espera transcurra en paz, sin violencia ni víctimas que lamentar, y en la que mostremos madurez y respeto hacia las reglas que norman la vida en democracia. Alrededor de 3,000 observadores e invitados nacionales, a los que hay que sumar las misiones internacionales integradas por alrededor de 300 personas, serán testigos de primera mano de lo bueno o lo malo que hagamos ese día, y como señala Camino en su editorial “haciéndolo bien enviamos un mensaje de organización y concordia a la comunidad internacional, ávida de presenciar comicios sin traumas y violencia, que sirvan para indicar el camino a seguir a otros pueblos que buscan referentes en esta materia”. Las de mañana serán también unas elecciones pasadas por agua, pues según los reportes de la Oficina Nacional de Meteorología (Onamet) se esperan intensos aguaceros en gran parte del territorio nacional, como consecuencia de una vaguada frontal que incide sobre nuestra área de pronóstico, y desde ya se teme que en algunas zonas provoquen algún nivel de abstención. ¿Conseguirá la impredecible Naturaleza trastornar el proceso electoral, lo que no pudo conseguir el presidente de la JCE, Roberto Rosario, con su empecinada oposición a permitir el conteo manual de los votos en todos los niveles de elección como resguardo de un escrutinio electrónico que utilizamos por primera vez? Habrá que encomendarse a Santa Bárbara, y confiar en que la lluvia no nos dañará la fiesta. De todas maneras levántese temprano a votar por los candidatos de su preferencia, pero no olvide llevarse su paraguas.