Elefante en una cristalería

Elefante en una cristalería

Una de las imágenes que más llama la atención para representar la torpeza es la de un elefante moviéndose dentro de una tienda de cristales finos. Uno piensa de inmediato en aquella mole de varias toneladas de peso avanzando entre góndolas de piezas valiosas de Baccarat, de Lalique o de Daum.

Una extensa trompa abriéndose paso (a trompadas debía decirse) convirtiendo en añicos lo que tanto esfuerzo y arte costó producir. Cuatro patotas que se arrastran pesadamente completan la tarea de destrucción llevándose de encuentro todo lo que está a su paso. Y para colmo, cuando el paquidermo decide descansar de sus destrozos, asienta las nalgotas convirtiendo en papilla lo poco que hubiera sobrevivido incólume a la hecatombe.

La imagen que acabo de describir es la misma que tengo de lo que ha hecho y hace el Proyecto Presidencial Hipólito (PPH) con el Partido Revolucionario Dominicano y con el país. Sin tener noción alguna de lo valiosos que son la administración pública, la economía nacional y su propio partido político para el futuro de la nación dominicana, avanzaron «paquidérmicamente» hasta tratar de destruir cuanto hay de importante y valioso. Ese elefante se movía sin control y destruía todo lo que era susceptible de ser destruido, incluyéndolos a ellos mismos. De esa loca aventura en el PPH no hay sobrevivientes.

Cualquier recuento que se haga de los destrozos en esa cristalería podría pasar por alto que destruyeron hasta los vínculos con organizaciones políticas extranjeras que han sido sus aliados. Pongamos por ejemplo las relaciones partidarias con Estados Unidos. El nicho político al que por naturaleza pertenece el Partido Revolucionario Dominicano es el mismo del Partido Demócrata norteamericano. Es de ahí de donde tradicionalmente han salido los apoyos más notables para las crisis que ha tenido que soportar el PRD. Su carta de triunfo siempre ha estado en la manga de un Jimmy Carter o de un Bill Clinton para sólo mencionar dos ejemplos recientes. «Los liberales de Washington» fue siempre el sector que Peña Gómez utilizó para capear los temporales balagueristas cuando la vesania de «los doce años» de 1966 a 1978, amenazaba con asesinar a cuanto dirigente perredeista tenía el valor para cuestionar a Balaguer. Debió haber sido Al Gore y no George W. Bush el aliado ideal en los años recientes. Pero el fundamentalismo conservador del presidente Hipólito Mejía no sabe de razonamientos políticos. Sus espontáneos impulsos primitivos lo llevan a creer que el futuro está en el pasado.

Hipólito creyó que Estados Unidos de América era una sola cosa y no entendió la diversidad de la nación más diversa del mundo. Reconoció como bueno y válido el fraude realizado por los republicanos en el Estado de Florida que llevó a Bush hijo a la Presidencia de Estados Unidos cuando el mundo entero lo cuestionaba. Los atisbos fascistas de la actual administración norteamericana eran copiados aquí con pasión. El espionaje telefónico, pieza amada por los Republicanos desde siempre fue acogido y mantenido todavía por Hipólito con fervor religioso. Más recientemente, el envío de tropas dominicanas a Irak fue el absurdo más inexplicable que alguien hubiera podido imaginar. Mientras los Demócratas norteamericanos estaban rechazando esa decisión ilegal e injusta, Fue un acto de ignorancia, no un error, el optar por el fundamentalismo republicano norteamericano antes que mantener los vínculos con el Partido Demócrata.

Mientras el elefante arrasaba con la cristalería y se aliaba con los fundamentalistas Repúblicanos, una hormiguita llamada Leonel Fernández se ocupaba de aprovechar para su ventaja el hueco que el PPH creaba. Calladamente se acercó a los sectores del Partido Demócrata de Estados Unidos, cultivó con abono político y con paciencia digna de Job a aquellos sectores y hoy puede decir que el Partido de la Liberación dominicana ha desplazado al PRD del nicho político en el cual supo colocarlo José Francisco Peña Gómez. No en balde, cuando los reeleccionistas de Hipólito hablaban de la falta de apoyo de Leonel en Estados Unidos, la sonrisa socarrona del que sabe cuánto ha trabajado en ese sentido podía imaginarse.

Hoy, ya Hipólito fue derrotado de manera contundente y Leonel será el próximo Presidente dominicano. En noviembre de 2004 es muy probable que el otro elefante también pague el precio de su ineptitud. Y Kerry podría ser el Presidente de Estados Unidos. Magnífica lección que podría enseñarle a los pepehachistas que «los buenos tiempos» se hacen a fuerza de inteligencia y de paciencia, no como ellos lo han hecho, como un elefante en una cristalería.

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