Elegir en dos mundos

Elegir en dos mundos

En los Estados Unidos debe estar ocurriendo algún “trastorno social” o un “reacomodamiento” de las fuerzas políticas y económicas, aunque no tengamos una “gráfica”, ni un “diagnóstico” sociológico de lo que está pasando en esa sociedad. Sólo podemos enumerar ciertos síntomas externos de grandes problemas colectivos. En un país compuesto por una mayoría blanca, ha gobernado durante dos periodos un mulato, nacido en Hawáii, hijo de un antropólogo oriundo de Kenia. Su contrincante político, en las últimas elecciones, fue un mormón practicante. En los EUA la fe predominante es el cristianismo; la mayor parte de los norteamericanos son protestantes o católicos.
En la actual campaña electoral son visibles fenómenos extraños en los dos grandes partidos tradicionales. En el Partido Republicano han luchado por la nominación presidencial dos aspirantes “de origen hispánico”. Uno, nacido en Canadá, de padre cubano: Ted Cruz; otro, Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos. Los dirigentes del Partido Republicano le hicieron ascos al aspirante Donald Trump, nacido en Queens: por su enfático rechazo a los emigrantes indocumentados procedentes de México, por sus declaraciones escandalosas a la prensa y a la televisión. Pero su desparpajo y atrevimiento al transgredir las normas de lo “políticamente correcto”, le han abierto el camino hacia la nominación. Ahora tendrán que aceptarlo por haber conseguido el mayor número de delegados.
En el Partido Demócrata la candidatura más poderosa es la de Híllary Clinton, esposa de un presidente que agotó dos periodos constitucionales y, por tanto, impedido constitucionalmente para ser nominado. La gente da por sentado que, al final, disputarán por la presidencia de los EUA: Híllary Clinton y Donald Trump, la primera, de Chicago; el segundo, de Nueva York. Hay norteamericanos que rechazan a ambos candidatos; dicen que representan alternativas equivalentes a suicidarse con la mano izquierda o con la mano derecha.
En la República Dominicana se discute, en los corrillos políticos, cuál de los dos conviene más a los intereses de nuestro país. Las personas interesadas en la fusión territorial y política con Haití, prefieren a la señora Clinton, que pasó su luna miel en Kens-koff. Su hermano está ligado a negocios mineros en Haití. Trump, en cambio, no desea recibir más inmigrantes indocumentados por su frontera.

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