POR GRACIELA AZCÁRATE
*Es Elfriede Jelinek, de 57 años, feroz opositora al líder neonazi Jörg Haider, considerada la autora viva más importante de la lengua alemana. *Sus personajes están marcados por la falta de adaptación en la Austria post-bélica que quiere huir del pasado, los jóvenes marchan por el camino de la brutalidad y el odio. Las relaciones son un inventario de dolor, una pista de ceniza, de desesperanza y sangre.
Jelinek se sintió tan molesta por la creciente presencia e influencia en su país del líder de extrema derecha Jörg Haider (Partido de la Libertad) que escribió un monólogo basado en su doble discurso político. La respuesta de Haider fue durísma: uno de los eslóganes de su campaña política decía, directamente, Cultura o Jelinek.
La obra que irritó a Haider La despedida, está ambientada en el Berlín de 2001. Ella se negó a que sus obras se representaran en Austria mientras el partido de Haider jugara algún papel dentro del gobierno nacional.
Jelinek, miembro del Partido Comunista entre 1974 y 1991, criticó también fuertemente al establishment austríaco y al statu quo social, en especial, en relación al papel de las mujeres, en complejos textos de confrontación. En uno de sus trabajos, la novela Hijos de los muertos, ficcionaliza un diálogo entre Hanna Arendt y Martin Heiddegger.
La escritora es la décima mujer a la que le es otorgado el prestigioso galardón en toda su historia.
Autora de la novela La pianista, llevada al cine por Michael Haneke, se impuso sobre la candidatura de escritores como John Updike, Milan Kundera, Philip Roth, Assja Djebar, el poeta sirio Adonis, el escritor sueco Thomas Tranströmer, el poeta palestino Mohamed Darwish, o las también escritoras Doris Lessing y Joyce Carol Oates.
La pianista de las letras
Elfriede Jelinek, la pianista de las letras austríacas, escribe con furia, y preñada de música clásica.
Nació el 20 de octubre de 1946 en Mürzzuschlag-Estiria. Su madre procedía de la alta burguesía vienesa. En 1950 comienzó sus estudios en un colegio religioso vienés, Nuestra Señora de Sion, donde aprendió danza clásica y francés, dos años más tarde su madre la obliga a aprender violín, piano y composición. A los 16 años, comienza a estudiar en el Conservatorio de Viena, pero en 1965, convencida de que jamás será una gran concertista y desesperada por la idea de decepcionar a su madre, cae en una profunda depresión. Después del bachillerato se matriculó en la Universidad de Viena y estudió Ciencias del Teatro e Historia del Arte. En 1968, su padre, enfermo de demencia, muere en un hospital psiquiátrico. En 1969 se enfrenta a su tiránica madre y se revuelve contra la autoridad. Comienza a escribir y publica sus primeros textos y poemas en protokolle, la revista de vanguardia más importante de Austria. En 1970 aparece su primera novela, Somos reclamos baby. Entre 1972 y 1975 publica Michael y Los amantes. Es agresiva, revulsiva y desafiante.
En 1979, escribe su primera obra de teatro, Nora, o la pieza de feminismo militante Lo que ocurrió después de que Nora abandonara a su marido o pilares de las sociedades. Siguen otros textos teatrales entre los que se encuentran más de veinte títulos como: En los Alpes, La central , obra cumbre de la escritora que fue estrenada en el Burgtheater de Viena en 2003.
Un traductor español dijo al enterarse del premio que le quedaba grande. Suena a rivalidad, envidia y misoginía.
En 1980, publica Los excluidos, inspirada en un hecho real ocurrido en el Austria de 1965. Un joven estudiante asesinó a sus padres y a un amigo, y es el emergente de una descomposición social que arrastra la sociedad austríaca desde 1933, y la Segunda Guerra Mundial. Recuerda la rabia, la furia y la transgresión de la otra austríaca: Ingeborg Bachman.
En 1983 aparece su obra más conocida, La pianista de carácter autobiográfico, sobre las atormentadas relaciones entre una madre y su hija que reproducen el comportamiento de amo/esclavo.
En 1989, la aparición en Alemania de Ansia crea una enorme polémica sobre si es una novela pornográfica o no. De cualquier manera, logra un extraordinario éxito comercial. En 1995 publica Die kinder der Toten, una furiosa alegoría de la historia alemana más reciente.
Debido al clima político de su país, un año más tarde anuncia su intención de desaparecer de la escena pública.
La acción de Los excluidos se desarrolla al final de los años cincuenta, en una Viena que carece de una cultura que integre armónicamente a la nueva generación.
La novela gira en torno a esa exclusión que sufren cuatro jóvenes de dieciocho años, procedentes de distintos estratos sociales; un obrero ambicioso, Hans, la mano de obra, que comprende que no hay que hacerse funcionario de un determinado partido de obreros para psicotear a alguien, y tres estudiantes de bachillerato, Rainer, Anna y Sophie: el ideólogo, la portadora del odio universal y la mirona, respectivamente.
Los gemelos Rainer y Anna marcados por un padre diabólico, ex oficial de las SS, que hace fotos pornográficas a su mujer, a la vez que la maltrata, intentan superar ese ambiente a través de la poesía, la música y una mística de la violencia. Sophie, de clase acomodada, a la que ama Rainer, es espectadora e inductora de los delitos y queda protegida por su posición social; con cruel ironía, es la única que tiene elección de futuro: formará parte de la alta burguesía del dinero.
Marcados por la falta de adaptación en la Austria post-bélica que quiere huir del pasado, estos jóvenes marchan por el camino de la brutalidad y el odio. Rainer, joven poeta, determinadas por las lecturas de Sade y de Bataille,k de Sartre y de Camus, la noche anterior al crimen con el que finaliza la novela se va a la cama con una manzana y El absurdo y el suicidio, de Camus. Es la necesidad de Rainer de huir de la desesperanza de toda una generación, de la cotidianeidad que le hace sentirse un intruso en su mundo y que destruye su sensibilidad.
Jelinek parte en sus novelas siempre de historias policiales, en las que se refleja la brutalidad, la crueldad humana, y el absurdo. El tono general de la novela es de un realismo sucio, oscuro, que mezcla cruentas escenas de violencia y sexo, con reflexiones filosóficas extraídas en su mayoría del existencialismo, cargadas de nihilismo y cerrada a la esperanza.
Rainer no puede escapar de su propia patología individual ni de la psicohistoria de esa Viena que quiere olvidar su herencia nazi. La víctima de la agresión es a la vez víctima y criminal, víctima culpable y criminal inocente.
En La pianista Erika, la de vida falsa, una figura gastada por la atadura a una madre represiva, a una vocación frustrada de grandeza musical, a una existencia llena de astucias perversas, de mentiras desterradas, para colmar un vacío lleno de música y crueldad.
Como a cualquier prisionero de chantajes emocionales, le gusta su mal, necesita una llaga familiar que conserva cuidadosamente, rascándola, y sólo puede ser curada por la violencia, pues necesita otro mal para vencer su mal.
Elfriede Jelinek se sirve de un estilo minuciosamente descriptivo, terrible, para arrojar la revulsiva existencia, aparentemente gris, de una profesora de piano vienesa, atada firmemente a las manipulaciones de su madre, y cuyas breves fugas de su rutinaria vida conducen a un mundo despiadado y lumpen, en el que ella se convierte en voyeur de los escenarios más sórdidos de la Viena contemporánea.
Erika se alimenta de una familia cuyo padre ha sido ingresado en un manicomio y una madre experta en tortura psicológica lo que sólo la conduce a la crueldad, a la automutilación física y moral. La pianista rompe con los cánones morales, religiosos, sociales, en esa doble vida que paranóicamente lleva. pero no logra la liberación, sino que sigue en su sistema de ficciones codificadas, que se identifican con la misma subsistencia histórico-social de un mundo en decadencia.
Un alumno de la pianista, Walter Klemmer, joven, vital, se deja llevar por el deseo hacia ella y participa en su juego mortal. La profesora lo envuelve en la madeja de sí misma, como un objeto, y excluye los sentimientos. Sólo la violencia les permitirá a los personajes acceder a un mundo cerrado, asfixiante, perverso. Todo lleva a la brutalidad y el esmero, las relaciones entre el joven y su amante son un inventario de dolor, una pista de ceniza, de desesperanza y sangre.
Mujeres que han recibido el Premio Nobel de Literatura
En el período comprendido entre 1901 y 2004, si bien en las ediciones de 1940 a 1943, así como en los años 1935, 1918 y 1914, no se otorgó el premio, tan sólo nueve mujeres han acudido a Estocolmo a recoger el galardón. La primera fue la sueca Selma Lagerlöf en 1909, la italiana Grazia Deledda, en 1926, la noruega Sigrid Undset en 1928, en 1938 le otorgaron el galardón a la americana Pearl Buck y en 1945 a la chilena Gabriela Mistral. La sueca Nelly Sachs compartió el premio en 1966 con el israelí Samuel Agnon. Nadine Gordimerlo recibió en 1991. En 1993 el premio le fue otorgado a la norteamericana Toni Morrison y en 1996 a la polaca Wislawa Szymborska.