“Aquello que cada uno de nosotros es, en cada momento de su vida,
es la suma de sus elecciones previas. El hombre es lo que decide ser.”
Jean Paul Sartre
Estaba en el jardín tumbada en un puff, leyendo y tomando el sol como lo hacía mucho tiempo atrás. ¡Que ironía! El tiempo de aislamiento social me devolvió a la Karina que perdí en una cantidad de afanes. He vuelto a leer tres libros por semana, a mirar las nubes, a hablar por teléfono, a merendar en el patio, a hacer siesta si estoy cansada, a escribir, a soñar y a diseñar mi vida futura, como lo hice en la adolescencia.
Mientras esperaba el atardecer, recordé las palabras de uno de mis maestros de Constelaciones familiares: “Todo lo que se abre a la relación puede ser sanado”. La frase sació mi interior. La relación se construye en el momento en que una realidad de “afuera” pueda tener un lugar en mí. Podemos entrar en conflicto con lo que ocurre, y aumentar el malestar, o podemos entrar en relación con los sucesos y abrirnos a un insospechado campo de sanación.
Osho dijo: “No hay muchos caminos. Hay muchos nombres para el mismo camino, y este camino es conciencia”. Ser consciente te lleva a ver la vida de adentro hacia fuera, como un observador atento que encuentra un mensaje valioso en cada cosa que ocurre. Luego de experimentar una transformación globalizada tan contundente, ninguno de nosotros debe retornar a su antigua vida. Cada uno a su manera ha entrado en contacto con su propia verdad.
Desde siempre, he sido una apasionada de la etimología de las palabras. La palabra “verdad” ha sido objeto de atención de las filosofías y religiones de todos los tiempos. El vocablo «verdad» se refiere al ser de las cosas que se muestran tal y como son, libres de las apariencias que inicialmente las enmascaran. Para los árabes, esta palabra tiene un matiz afectivo que la relaciona con la confianza. El verbo “sadaqa” (“صدق”) se traduce como “ser sincero”, “verídico”, “decir la verdad” y es la raíz que da origen a la palabra “amigo” “sadyq” (“صديق”).
Hace alusión a que un amigo es aquel a quien podemos decir la verdad y de quien podemos esperar la verdad, alguien en quien confiamos, y a quien necesitamos para salir del error. El clérigo y escritor británico Thomas Fuller dijo: “La astucia puede tener vestidos, pero a la verdad le gusta ir desnuda”. En griego la palabra “verdad” es “ἀλήθεια” (a-letheia) que significa “lo que no está oculto”, “lo que se manifiesta claramente tal y como es en su ser”.
¿No te parece llamativo el hecho de que esta palabra inicia con un sentido negativo? La razón la encontramos en el prefijo “a” aplicado al verbo “lanthano”, cuya traducción es “ocultarse”, “escaparse”. En este sentido, la verdad es una invitación a no ocultarnos, a no escaparnos. Antes del sustantivo abstracto “veritas”, en latín se usaba el adjetivo “verus”, que designaba las palabras o las personas firmes, que podían ser puestas a prueba o sometidas a juicio. “Verdadera” era la palabra firme y seria, la palabra que se puede mantener, que no se dice a la ligera o para alagar los oídos de quien la escucha.
En hebreo, el término “verdad” es “emet” (אמת) que no tiene el sentido de la cosa ya hecha, sino el de una acción que está haciéndose, de modo que en esta lengua “verdad” significa “confianza”. Cuando una acción es fiable y segura entonces es verdadera. El verbo raíz de esta palabra es “aman” (de donde viene la palabra “amén” “אָמַן“), que se traduce como “confirmar”, “apoyar”, “respaldar”, en el sentido de entregar la confianza a algo que aunque no esté hecho físicamente, ya se está haciendo en otros planos.
¿A dónde voy con el tema del aislamiento y la elección de la mejor verdad? Ya sabes que esta columna es una especie de diario que comparto contigo. Constantemente, la vida nos muestra señales de hacia dónde debemos llevar la atención. Esta vez las señales no son sutiles, ¡ha sido un mandato a gritos! ¿Cuántos planes has cambiado hasta ahora? El autor de libros de autoayuda y orador motivacional estadounidense Tony Robbins dijo en una de sus conferencias: “Mantente comprometido con tus decisiones, pero sé flexible en tu enfoque”.
Una de las grandes lecciones de estos tiempos es la flexibilidad que nos lleva a fluir con lo que es. En la rueda medicinal esta energía corresponde al cuadrante blanco, que representa la dirección del norte y la energía de la no-forma. Es la etapa del huevo en la que el exterior no puede aportar nada. Todo sostén proviene del interior. Quien ha invertido recursos en sí mismo, encontrará innumerables regalos que esperaban para revelarse en el momento oportuno. Quien enfocó su atención en el exterior, vivirá un tiempo de angustia y malestar, hasta que logre darse cuenta que posee todo lo que necesita.
Todos hemos recibido una llamada a mirar la verdad de nuestros pensamientos e intenciones, de los dones que deseamos compartir con las personas, la forma en que los estamos comunicando, y el modo en que estamos sirviendo a la vida. Al estar en un estado receptivo nos damos cuenta que todo lo que ocurre tiene valor, y sabremos incluirlo para enriquecer lo que entregamos, desde el lugar que nos corresponda.
El 2020 ha sido llamado “año de la creación consciente”. Su vibración 4 nos lleva a vivir con enfoque, orden, disciplina y perseverancia. Muchas prioridades cambian para dirigir el impulso hacia nuevos y grandiosos proyectos. Este es el tiempo de crear la zapata para construir nuestro mejor período. Sí, reconozco que el trabajo es arduo. Pero es necesario que el fundamento sea firme y fuerte si queremos sostener lo que constuyamos. En latín hay una expresión “vera pro gratis”, que significa “las cosas verdaderas en lugar de las gratas”.
El aislamiento social muestra claramente lo valioso que es hacer lo que es sano, sabiendo que en algunas ocasiones coincidirá con lo que nos gusta y en otras no. Sin embargo, cuando elegimos enfocarnos en nuestra verdad, el momento santo saldrá a la superficie para entregarnos su magia.
Tal como dijo el escritor mexicano Doménico Cieri Estrada: “La vida no es miel sobre hojuelas, ¡pero tiene miel y tiene hojuelas!”. A medida que voy mirando y reconciliando más cosas, voy logrando enfocar la atención en lo bueno que este tiempo me brinda. Poco a poco, las cosas van ocupando su lugar. He encontrado nuevas formas de cooperación y los recursos que necesito aparecen sin gran esfuerzo. Me siento agradecida de lo que ocurre. No tengo quejas, tampoco juicios. Veo riqueza en todo lo que experimento.
He elegido ver este tiempo como una valiosa reconciliación con la verdad de mi Ser. El poeta checo Rainer María Rilke dijo: “Alaba sin importar las circunstancias. Si tu vida cotidiana te parece pobre, no le eches la culpa a la vida, échatela a ti. Admite que no eres lo bastante poeta como para invocar sus riquezas; porque para el creador no existe la pobreza como tampoco existe ningún lugar pobre ni indiferente”.
Esta es la mejor verdad para mí…