Elites peruanas se preparan para una victoria radical en las urnas

Elites peruanas se preparan para una victoria radical en las urnas

En la esquina de una mesa de un café exclusivo en el reparto Miraflores, un barrio rico de Lima, un hombre ya mayor recibe visitantes. Entre capuccinos y ensaladas de frutas tropicales, dos empresarios le cuentan sobre los beneficios del financiamiento de las artes por parte del Estado.

El hombre, un ayudante de Ollanta Humala, el corredor puntero nacionalista radical para las elecciones presidenciales de Perú escucha apacible la propuesta, pero no hace promesas. Le simpatiza la idea, dice, pero la reducción de la pobreza será la prioridad del señor Humala.

El resultado de las elecciones generales del 9 de abril puede ser incierto, pero muchos de la elite política y empresarial de Lima están haciendo planes para una victoria de Humala. Humala, que propone impuestos más altos y una mayor participación del Estado en la economía, no es un amigo natural de los negocios. Pero mientras que algunos empresarios se aferran a la esperanza de una victoria de un candidato más tradicional, otros están negociando una posición y tratando de darle forma a la política del próximo gobierno..

Enrique Ghersi, abogado y ex congresista, espera que el cabildeo se intensifique. “La clase empresarial no tiene ideología, solo intereses”, dice. “Están pensando que Humala va a proteger las industrias nacionales y elevar las tarifas”.

El señor Humala supera a su rival principal, Lourdes Flores, la partidaria del libre mercado conservadora, por cuatro puntos, de acuerdo con la encesta más reciente de Apoyo, una agencia respetada. Pero en la medida que se acercan las elecciones, su campaña está ganando potencial, mientras que la de la señorita Flores decae. Alan García, el controvertido ex presidente, va en tercer lugar.

Mucho depende de un 20% de los electores indecisos. Se espera que la mayoría de estos se inclinen al señor Humala. Además, las encuestas no logran llegar a un 20% de votantes de las zonas más pobres y aisladas del país. Estos también es probable que se sean atraídos por su plataforma anti-sistema.

“Está resonando el mensaje”, dice un diplomático europeo en Lima. “Hace un año, pensamos que era demasiado silvestre para que resultara electo, pero nos equivocamos. El individuo disfruta de mucho apoyo de la gente que siente que no tiene nada que perder”.

Luis Benavente, un encuestador de la Universidad de Lima pronostica que las elecciones reflejarán los resultados de los comicios recientes de Bolivia y Costa Rica, en los cuales populistas radicales superaron todas las expectativas. “El ascenso de Humala parece imparable”, dice.

Si Humala gana, formaría parte de un esquema de victoria establecido para los “intrusos”. Las elites políticas de Perú han respaldado al caballo inadecuado en casi todas las elecciones nacionales desde 1980.

En esta ocasión, los partidos tradicionales no han inspirado al electorado. La señorita flores cometió un error inicial al elegir a un empresario mayor blanco como su compañero de boleta, reforzando así el criterio común de que es una defensora de intereses velados. El señor García, cuya administración dejó el poder en 1990, en medio del caos económico y político, genera desconfianza. El 40% del electorado dice que no votaría por él en ninguna circunstancia.

Uno de estos dos irá a una segunda ronda, pero ante la situación actual, será sumamente difícil que alguno de ellos pueda superar la campaña del señor Humala. Algunos especulan que el candidato nacionalista pudiera obtener más del 50% necesario para proclamarse presidente por derecho en la primera ronda.

Y aunque la economía de Perú ha crecido en un promedio de más de 4% en los últimos años, esto no ha generado empleos suficientes para su creciente fuerza de trabajo. Los niveles de pobreza están entre los más altos de la región, cerca de la mitad de la población gana menos de US$2 al día.

Esto ha producido una rica veta de resentimiento, particularmente, fuera de la capital. En un camino polvoriento cerca de Yangas, una población agrícola en las faldas de los Andes, 60 kilómetros al nordeste de Lima, la evidencia del apoyo al señor Humala se ve por todas partes. Algunos jóvenes escriben “Ollanta presidente” en el muro de una vieja construcción abandonada que bordea el camino. “Queremos un cambio de sistema”, dice Julio Díaz, un desempleado, pero un activista que supervisa la labor. “Hay mucho abandono aquí. Ya otros políticos nos utilizaron antes”.

Los sondeos indican que la señorita Flores tiene buenas marcas entre los electores en lo relativo a los temas sociales, pero las promesas del señor Humala, un ex oficial del ejército, para combatir el crimen y la corrupción son muy populares. Ha evocado el recuerdo de gobierno del militar de izquierda, general Juan Velasco Alvarado, de 1968 a 1975, lo que tiene alarmadas a las clases medias. “Hay pocos elementos tranquilizantes en el discurso de Humala”, dice un diplomático europeo. “Su filosofía general es mirar atrás. Lo menos malo que pasaría con él es que el país se viera chapaleando en el agua”. 

Pero el atractivo del pasado también evoca la nostalgia entre los pobres rurales de las reformas sociales del periodo de Velasco. “En los días antes de Velasco, todo esta área pertenecía a un solo terrateniente, y toda la comunidad trabajaba para él”, dice Moisés Cotrina, un chofer de autobús en Yangas. “Los ricos están asustados con Humala, igual que se asustaron de Velasco”.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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