El espectador se convierte en actor de las obras: el descubrimiento es permanente, de tamaños, de formas, de colores, de combinaciones.
Puerto Plata tiene la suerte de una exposición fuera de lo común en un entorno histórico, y el paisaje, a orillas del mar, gracias a Eliu Almonte se hace prodigioso.
Aparte de que es una exposición impactante y singular, las esculturas de Eliu Almonte, desplegadas en la antigua Fortaleza San Felipe, valorada como museo, llaman especial consideración.
Al fin, hemos tenido una atrevida muestra de arte contemporáneo, en espacios de varios niveles y al aire libre, ¡una obra que se proyecta hacia el futuro!
La actualidad creadora, al parecer, va a retomar vigencia, fuerza y diversidad en las artes plásticas. Puerto Plata encabezó este movimiento con un artista libre y crítico, plural y productivo.
Eliu Almonte es un artista polifacético. Las categorías de dibujo, pintura, escultura, video, fotografía, instalación, performance no guardan secretos para él, en sus definiciones profesionales y propuestas estéticas.
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A nivel internacional, está muy conocido y solicitado. Ahora bien, si conserva, cuando le place, técnicas tradicionales, es para aprovecharlas en una nueva dimensión y tridimensionalidad, o en acciones que le piden una entrega sicológica y física total.
Una exposición singular
Así sentimos esta exposición de esculturas que brindan sorpresas, además nunca repetidas… El espectador se convierte en actor de las obras: el descubrimiento es permanente, de tamaños, de formas, de colores, de combinaciones.
Las variaciones hacen que cada pieza parezca única, esté sola o acoplada con otro objeto heteróclito.
La más extraña y llamativa sea tal vez “Eureka”, un bloque de piedra dentro de un carrito de supermercado… que han interpretado como un aerolito caído del cielo. Ejemplo de nueva escultura, de los materiales al contraste, si ello fue un hallazgo, ¡cuánto equilibrio y proporción tiene!
Elementos recurrentes son los lápices gigantes, construcciones perfectas de texturas y colores, hincados en la tierra, metáforas de misiles… o aquellos que apuntan al horizonte, al lado de cañones antiguos. Y hay más aun, ¡coronados todos con sus gomas de borrar!
Aquí, triunfa el sentido del humor de Eliu Almonte, que así (nos) recuerda su talento de dibujante y grafista.
Por su tamaño, la alta torre de madera introduce al circuito e impresiona… La libertad interpretativa puede sugerir un faro fantástico. El artista lo concibió como un “extinguidor para la frontera”: de nuevo la mirada y la mente van a cuestionar aquel objeto descomunal.
Un circuito expositivo
Seguimos caminando entre muros, escalones y descansos. Las revelaciones continúan, híbridas y mayúsculas, a veces voluntariamente crueles –cabeza vertical de un caimán o “garras-patas” en una góndola-. Pero las esculturas pueden ser también neo-religiosas, o sugerentes de trabajo agotador y de cargas pesadas… o también poéticas como el fascinante arco de lunas.
La imaginación, a menudo crítica, de Eliu desconoce limitaciones: su auto-compulsión creadora multiplica las apropiaciones de objetos y artefactos reciclados escultóricamente, a su manera.
Anotamos algunas obras… hay muchas más que, por su ubicación , se convierten en síntesis insólitas entre el monumento histórico y la contemporaneidad de la pieza. Si, a menudo, en una exposición, el nombre de las obras peca de banalidad. Eliu Almonte, por el contrario sobredimensiona el interés con sus títulos, demostrando su dominio del lenguaje y apelando a la complicidad imaginativa nuestra…