Elogio de la tortilla española

Elogio de la tortilla española

MANUEL E. GÓMEZ PIETERZ
Según Torcuato Luca de Tena, en cierta ocasión alguien le preguntó a Don Miguel de Unamuno qué aporte habían hecho los vascos a la historia universal, a lo cual “respondió con voz tonante: ¡La Compañía de Jesús, la prueba fehaciente de la redondez de la tierra, y la República de Chile!”. Esa desconcertante opinión en lo concerniente a la república chilena movería a reflexión de no provenir de un eminente vasco español de pura cepa que como tal poseía abundante información sobre la positiva influencia de la diáspora vasca en el proceso histórico de formación de la Nación chilena.

Porque vascos fueron San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía del emblemático “ad majorem Dei gloriam” y el guipuzcuano Juan Sebastián Elcano, quien llevará a feliz término la epopeya de circunvalación del mundo que aún no era globo probado y que Hernando de Magallanes iniciara con cinco naves de la que sólo una capitaneada por Elcano llegó al puerto de partida.

En ampliado mutatis mutandi, si alguien inquiriera a mi crónica e incurable hispanofilia cuál ha sido el aporte de España al mundo, sin vacilación diría: el descubrimiento de América y su evangelización, el Quijote de la Mancha, la fundación del derecho de gente por el Padre Victoria, la primera gramática de una lengua romance, escrita en 1492 por Elio Antonio de Nebrija y ¡la tortilla española!, permanente y paradigmático testimonio gastronómico del trasiego de la cultura de la papa del nuevo al viejo mundo.

Tres componentes básicos (papa, huevo y cebolla) y la rapidez de su realización definen la excelencia de este versátil alimento que merece ser inscrito con letras de oro en la historiografía del hambre y la nutrición. El sabor de la tortilla española satisface el paladar de los comensales en su mayoría y en todo el espectro de las clases sociales, desde las más encumbradas a las más pobres. Difícilmente alimento alguno pueda competir con esta reina de la canasta del “picnic” o la “lonchera” del obrero, en términos de una relación costo/satisfacción.

Todos los españoles, y sus lejanos descendientes iberoamericanos vivirán en estado perpetuo de ingratitud hacia la tortilla española hasta cuando sea erigido en todas las plazas mayores de los ayuntamientos sendos monumentos a la tortilla española, a cuyos alegóricos pies sea celebrada la fiesta anual de la tortilla que además recuerde que la papa o patata, llegó de América para quedarse, como también lo hicieron entre otros, el tomate, la quinina, el maíz, la vainilla y el cacao.

Este artículo es un conjunto de gregarismos; mezcla de verdad, histórica realidad, y jocosa utopía que destacan el firme, sincero y merecido propósito de elogiar a la tortilla española. ¡Huumm!

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