Elsa Núñez una abstracción en el arte dominicano

Elsa Núñez una abstracción en el arte dominicano

Si bien es cierto que desde hace mucho tiempo, la escisión entre figuración y abstracción no interesa a los debates; sin embargo, cuando en la obra de un mismo artista coexisten y alternan ambos modos de expresión, consideramos válido ponderarlos y hasta dar prioridad a uno o a otro en la mirada crítica. Así sucede en la  magna exposición “Elsa Nuñez, retrospectiva1962-2012”, que despliega el Museo de Arte Moderno en los espacios de su segunda planta con 130 obras pictóricas de la Elsa figurativa y la Elsa abstracta.

La cantidad de préstamos es impresionante, –la primera obra data del 1962–,  demostrando la amistad y la confianza de los coleccionistas, mientras las obras más recientes provienen en su mayoría de la colección de la artista, que, a pesar de la demanda, ha sabido atesorar cuadros cimeros de diferentes períodos.

Exposición. La exposición, que nos enseña el itinerario de las investigaciones y la progresión técnica de la pintura, es impactante no solamente por el número de piezas que se suceden, sino por la coherencia y el oficio que exhala ese caudal creativo. Más aun, la fuerza fenomenal del conjunto sobrepasa a la propuesta museográfica, a una necesidad de guión y a una selección más significativa de textos. He aquí una muestra de la impresionante producción global de Elsa Núñez… y punto.

Cabe recordar las palabras de don Francisco Comarazamy, apasionado admirador de la persona –él lo dice– y de su pintura “tan impresionantemente natural”, que ella represente o no represente: “La impulsa una químera de proyectar su alma hacia sus semejantes. Y de ahí la fuerza intimista que yo veo y ausculto en sus cuadros”.

Una observación se impone: el mundo figurativo, a la vez extraño y familiar, de Elsa Núñez es más femenino que masculino, y la belleza impera en esas criaturas de atavíos eternos y siluetas elegantes, aun cuando se aproximan al mito y a la unión con la naturaleza. Por esa razón las suelen identificar con la artista –a veces con un ligero tono de reproche–. En primer lugar, permitiendo esta exposición una mirada apreciativa al filo de los años, esto no es cierto, ¿y luego quién sermonea a un(a) autor(a) de novelas por la vertiente autobiográfica de sus personajes, sino todo lo contrario?

Podemos notar, mirando cuadro tras cuadro, que si hay un mundo identificador de Elsa Nuñez, es su mundo interior, desde las predilecciones artísticas –teatro, música, danza, literatura– y un amplio dominio cultural, hasta la introspección que se traduce en el amor a la naturaleza, el encariñamiento por los animales: ello incluye al mitológico unicornio y a la frecuencia de la mariposa, vuelta simbiosis de flor y de ave, de pétalos y de alas.

Estilísticamente  expresionista –de un tenebroso expresionismo en su período emergente–, su visión y personalidad ha evolucionado con una fluidez creciente y efectos de transparencia –acuática aun–, hacia un romanticismo refinado. En épocas recientes, ella  ha preferido para sus heroínas imaginarias, el reto de un cuasi realismo, muy propio y fantástico, académicamente riguroso y sofisticado, el cual no deja de recordar el proceso de los prerrafaelitas en su tiempo. Y, tratándose de Elsa Núñez, sabemos que esa evolución “mixta” –entre inspiración y meditación– no ha terminado y puede deparar sorpresas dentro de la coherencia…

De figuración a abstracción. Ahora bien, es la misma artista, particularmente sensible a la materia y las sutilezas del pigmento, la que se ha  adueñado de la luz, sus fulgores y sus sombras. En el curso de una extensa carrera, permanentemente fiel y enriquecida, ha exaltado la pintura pura en el paisaje y la abstracción, coincidiendo prácticamente ambos en sus efusiones cromáticas y matéricas.

Esa constancia, esa calidad han convertido a Elsa Núñez en la gran creadora abstracta dominicana y la única que manifiesta una deslumbrante combinación de ciencia, de emoción y sin embargo de referencias.

Afirmamos que, en su paisajismo radical, Elsa Núñez ha conseguido una forma de recuperación de la tierra y la naturaleza según su estado original, previo al surgimiento del hombre y de otras etapas de vida aun. Elsa es, definitoria y definitivamente, una pintora geológica y ecológica.

Explosión de colores, saturación de la tela, simultáneamente permanencia de las formas, los cuadros abstractos de Elsa Núñez  no constituyen simplemente el repertorio de un dominio de los valores plásticos. Tengan o no títulos alusivos a lo observable, esas formulaciones líricas privilegian la comunicación, y el contemplador se asocia a la expresión de esos espacios activos, hasta audaces y perturbadores. Los últimos abstractos poseen al respecto una fuerza  singular.

No obstante, Elsa Núñez no  se aparta totalmente de la representación, o más bien de la sugerencia: de repente irrumpe la figuración a manera de una presencia sobrenatural y mítica, y vice versa, elementos figurativos pueden derivar hacia la no referencia a un motivo conocido. Esa dualidad y diálogo es parte de la riqueza estética de una constante búsqueda llevada al lienzo.

La exposición retrospectiva de Elsa Núñez, que nos obsequia el testimonio de una vida entregada al arte, debe ser visitada en el Museo de Arte Moderno por todos los amantes de la pintura, no sólo dominicana sino más allá de cualquier identificación nacional.

La frase

Danilo de los Santos

Una fuerza de luz, una visión desconocida y de trasmutación ofrecen estos paisajes en los que también Elsa Núñez alcanza un excelente nivel, tanto por la calidad interpretativa de su particular fuerza interior, como por el manejo de los medios cromáticos.”

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