Ema Wolf una autora que ama narrar travesías

Ema Wolf una autora que ama narrar travesías

POR CLARA SILVESTRE
Los libros de aventuras, viajes y desplazamientos siempre resultaron apasionantes para Ema Wolf. De ahí que exprese que la historia de Marco Polo en la novela «El turno del escriba» no es algo extraño o ajeno, incluso parte de su producción de literatura juvenil tiene que ver con el tema.

Tampoco el hecho de escribir a cuatro manos, ya que había escrito otro libro aunque más pequeño y menos ambicioso. Ahora bien, este trabajo con Graciela Montes, resultó bastante enriquecedor para ambas, durante el camino escribieron, leyeron, deliberaron, rieron, corrigieron y compartieron un interesante trabajo de investigación, tanto así que el producto resultante fue merecedor del Premio Alfaguara de Novela 2005.

A pesar de que debía entenderse que cuando se envía una novela a un premio es porque se tiene alguna expectativa, asegura que en este caso no tenía ninguna, más bien enviarla fue una forma de dejar de corregir y decir hasta aquí a cinco años de intenso trabajo.

Cuando el jurado se expresó sobre la novela como un trabajo de escritura serio, la autora sintió que eso era lo que se puede soñar que alguien diga de un libro suyo, además se trataba de un premio muy importante donde imaginaron que iba a ver muchos aspirantes.

«Graciela y yo nos conocemos desde el año 81, fue editora de dos de mis libros, y compartimos la edición de una revista de literatura juvenil. Éramos editoras, periodistas, correctoras, y desde esa época nos acostumbramos a intercambiar los textos y a oficiar como secretarias de redacción recíprocamente, así fue que emprender un trabajo en conjunto no fue extravagante», dijo.

Afirma que cada una podía confiar en la mirada de la otra, y confiar bien sin entrar en competencia, por lo que confiaba en que las condiciones estaban dadas para emprender un proyecto de escritura conjunta, en donde ambas sabían que las dos tratarían de que resultara lo mejor posible.

«Ahora bien, sigo considerándome básicamente una lectora, eso es definitivo. La escritura no sé, seguiré escribiendo mientras tenga ganas y se me ocurran cosas. La lectura es lo más interesante. No tenía fantasías de transformarme en autora, y menos de ficción. La ficción era lo que leía, no lo que iba a escribir», agregó.

El trabajo a cuatro manos

Ema Wolf destaca que el esfuerzo se sustentó en obtener un producto común, lo que considera una voz. Trabajaron sobre un narrador que construyeron, que no fue ni Graciela Montes escribiendo con su estilo personal ni ella escribiendo con el suyo, porque de hecho incluso escriben muy distinto, pero además de trataba de una historia ajena a la sociedad que le rodea, a sus biografías y a sus días.

«Escribir un libro en el 1300 en Génova, a esa distancia, te ayuda a construir un narrador neutral útil para contar esa historia, y cada una seguimos un capítulo, uno tal vez se dividieron y transformaron en dos, sujetándonos a ese narrador del libro que nos da una serie de pautas sobre la cual seguimos avanzando. Corregimos en voz alta, a fin de pulir el ritmo y la musicalidad, fue muy interesante compartir la investigación acerca de la época, porque no sabíamos nada de la Génova de ese entonces», dijo.

Aseguró que este trabajo es parecido a un taller literario entre dos. Compartido, y dentro de esas reglas, se debe aceptar que de pronto otra persona puede tener otra opción mejor que la que estás proponiendo, porque es como un taller donde aparecen la riqueza y la debilidad simultáneamente, donde debían alternarse en el papel de escritoras y lectoras, y donde es tan importante la lectura como la escritura, de ahí que fuera tan productivo.

Al cuestionársele respecto a que si la ficción es el género que más le interesa, respondió: «Sí, las dos somos autoras de ficción, pero también es interesante la información que le proporcionas al lector, la historia, el translucir el conocimiento de una época, que son ingredientes ricos en un libro».

EMA WOLF, LA AUTORA

Ema Wolf nació en Buenos Aires, Argentina. Desde niña sentía que los libros le abrían el universo, de ahí que a través de un planisferio que tenía en su casa, seguía el itinerario de sus héroes, por lo que siente que de algún modo, con la historia de Marco Polo, también recreó ese interés por los desplazamientos.

Realizó una licenciatura en letras en la universidad, pero confiesa que se acercó a la carrera más bien porque le interesaba continuar leyendo más que porque le interesara escribir, además entendía que allí encontraría otras personas con los mismos intereses y aprendería literatura.

Así concluyó su carrera, comienza a trabajar profesionalmente, y lo primero que realiza es un pequeño ensayo sobre la literatura de folletines, y por otro lado comenzó a trabajar como periodista y redactora de entrevistas.

Desde siempre a Ema Wolf le apasionaba investigar, y luego de pasar varios años como redactora, por casualidad le piden escribir un cuento para jóvenes, lo realiza y comienza a publicar sus primeros cuentos en revistas. En periodismo, lo último que realizó fue una columna en el diario La Nación de su país.

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