Durante muchos años las relaciones entre los Estados Unidos y República Dominicana ha tenido sus encuentros y desencuentros a través de sus representantes, que en ocasiones, ha llegado al punto de la polémica por algunos encontronazos.
Sin embargo, todos han tenido estilos únicos a la hora de desempeñar sus funciones en esta nación.
Esas comparaciones se han presentado en los últimos 10 años en el país con la embajadora de la administración Trump, Robin Bernstein, y el exrepresentante diplomático del gobierno de Obama, James Wally Brewster.
La actitud de Bernstein en la diplomacia fue sutil a la hora de fijar posiciones sobre temas nacionales y se destaca por ser una mujer simpática, siempre apegada los protocolos existentes.
En el momento más álgido para su gestión, durante el 2019 cuando se debatía una eventual reforma constitucional para permitir la repostulación del presidente Danilo Medina a un tercer período, Bernstein se limitó a decir su misión era tener las mejores relaciones con quien ocupara la silla presidencial .
Sin embargo, su predecesor James Wally Brewster fue muy distinto y se presentó como un duró criticó de la administración del expresidente Danilo Medina.
Brewster lanzó ácidos argumentos contra el gobierno de ese entonces y fue muy contestatario, además de emitir sus opiniones públicamente sobre temas como la corrupción, el narcotráfico y la orientación de género.
En una ocasión Brewster dijo que el país era un puente de drogas hacia los Estados Unidos, lo que rápidamente tuvo repuesta del ex mandatario quien respondió «si nosotros somos un puente, ellos una autopista de ocho carriles».
También cuestionó el proceso electoral en 2016 y defendía activamente a la comunidad LGBTI, que lo llevó a tener enfrentamiento con el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez y los sectores más conservadores.
Otro polémico embajador fue el de la administración W Bush, Hans Hartell, quien en varias ocasiones opinó sobre el tema migratoria ,y que encontró la réplica del Ministerio de Relaciones Exteriores, al responderle que se trataba de un tema de soberanía nacional.
También sus desencuentros por el tema de los impuestos en el Tratado de Libre Comercio por los impuestos entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana.
A demás, Hartell tuvo conflictos con el expresidente de la Junta Central Electoral, Roberto Rosario.
En 1994, Donna Hrinak ponía en duda la legitimidad al proceso electoral de ese años entre Peña Gómez y el ex presidente Joaquín Balaguer, “el hecho de que la JCE no haya tomado en consideración los resultados de su propia Comisión de Verificación antes de proclamar un ganador, es una de las principales razones de que los resultados de las elecciones del 16 de mayo no hayan obtenido legitimidad”, indicó entonces Hrinak.
La misma situación se presentó con el embajador Pastorino.