Embarazos y escuelas

Embarazos y escuelas

Tahira Vargas García

Recientemente en las redes sociales se desató una polémica alrededor de la obra de Jorge Pineda, destacado artista dominicano fallecido en febrero de este año. La obra elaborada en el año 2014 se expuso en la Bienal de este año y presenta a un maniquí de una niña embarazada con el uniforme de las escuelas públicas con la intención de visibilizar la normalización de una realidad que afecta a nuestra niñez y adolescencia.

Las adolescentes y niñas que están embarazadas y se encuentran asistiendo a las escuelas sufren el estigma y la discriminación, las identifican como “un problema”. Se les mira con desprecio y se busca la manera de esconderlas, muchas veces negando que existen. Se les expulsa de forma sutil negándole la reinscripción al término de su curso y/o embarazo, de modo que pasen al programa de educación para adultos sin ser adultas sino niñas y adolescentes.

Estas prácticas de exclusión están sostenidas en la negación de esta realidad y en las barreras a la creación de alternativas para integrar a estas niñas y adolescentes luego que se han convertido en madres adolescentes a sus aulas con facilidades de espacios de cuidado en los centros educativos para que ellas puedan seguir estudiando.

Puede leer: El arte llama la atención sobre altas tasas de embarazo entre adolescentes en RD

El sistema educativo debe incluir en el perfil de la población que tiene en sus aulas a una población masculina y femenina que son padres y madres adolescentes lo que implica que se debe incluir en el currículo el cuidado con todas sus implicaciones para una población que no cuenta con herramientas para ello pero que vive esta realidad.

El embarazo en la adolescencia no debería existir, pero existe. El sistema educativo no ofrece herramientas ni una educación sexual integral sólida y consistente de prevención desde el ciclo primario para su población infantil y adolescente, continuamente expuesta a riesgos de abuso sexual, incesto, explotación sexual y el ejercicio de prácticas sexuales diversas.

Mantener a la población infantil y adolescente que “la embarazan” o “se embarazan” en sus centros educativos favorecería a que esta población se le ofrezca empoderamiento y capacitación para que se pueda convertir en facilitadora de procesos de educación afectivo-sexual desde la estrategia de pares aterrizados al contexto social que han vivido y viven cotidianamente incluyendo también a padres adolescentes.

Los vacíos en el abordaje transparente y responsable de la realidad afectivo-sexual y de los distintos riesgos que vive la población infantil y adolescente en los centros educativos, en las familias y en las comunidades provoca total desprotección de esta población y grandes brechas generacionales que se convierten en violencia, maltrato y violaciones de derechos.