MIAMI.- La medidas de Washington para endurecer el embargo contra Cuba, en vigor desde ayer, dejan un sabor amargo en parte del exilio anticastrista, inquieto por sus efectos en familiares de la isla, pese a que reflejan un esfuerzo sin precedentes de EEUU por minar al régimen de Fidel Castro.
«Claro error», «medidas inhumanas», «libertad pisoteada para los cubano-estadounidenses»: así calificaron varios miembros de la comunidad cubana en Florida las medidas que limitan los viajes y las remesas en dinero a la isla.
Varias decenas de personas, que intentaban el martes volar a Cuba antes de la entrada en vigor de las medidas, se quedaron varados en el aeropuerto de Miami al grito de «queremos volar», y «Cuba, Cuba».
Una decena de vuelos previstos a la isla salieron sin pasajeros, pues sólo tenían autorización del Departamento de Estado para traer pasajeros de Cuba a Estados Unidos.
«(Están dividiendo a las familias!», increpó uno de los frustrados viajeros.
[b]Duro embargo[/b]
Estados Unidos puso en vigor ayer un voluminoso conjunto de disposiciones contra Cuba, con las que da una fuerte vuelta de tuerca al embargo que mantiene sobre la isla hace 42 años, el cual ha dejado pérdidas por más de 72.000 millones de dólares, según el gobierno de Fidel Castro.
«Las medidas atacan el sector externo de la economía, básicamente los servicios y el comercio que fueron el motor impulsor de la modesta recuperación que se operó (en la isla) a partir de 1995», dijo una economista que prefirió el anonimato.
El paquete de medidas puestas en vigor en esta fecha por el gobierno de George W. Bush incluye desalentar el flujo turístico hacia la isla, que debe alcanzar este año los dos millones de viajeros, de manera de estrangular su mas importante captación de divisas.
También para dañar la imagen de la isla como destino turístico o de inversiones extranjeras, destina sumas millonarias a la transmisión de radio y televisión Martí, asi como a la oposición interna y limita los viajes y remesas de los cubano-estadounidenses hacia su país de origen.
Una comunidad de 1,3 millones de cubanos y sus descendientes vive en Estados Unidos, y más de 115.000 visitaron el pasado año la isla.
[b]Afecta familia[/b]
Las restricciones a los viajes y el envío de remesas que aplica a partir de ayer EEUU contra Cuba con el objetivo de acelerar la «transición política» constituyen un duro golpe para las familias y para la debilitada economía de la isla.
A partir de ayer, los cubanos residentes en EEUU sólo podrán viajar a la isla una vez cada tres años por un máximo de 14 días y tendrán un límite de 50 dólares de gasto diario en sus visitas.
Además, se restringirá el envío de remesas (1.200 dólares al año) a familiares directos que no militen en el Partido Comunista de la isla.
Las medidas, aprobadas por el gobierno de George W. Bush con el pretexto de agilizar la transición en Cuba, han sido consideradas por el régimen de La Habana como un «brutal» intento de «asfixiar» la economía cubana y han despertado también duras críticas de los sectores moderados del exilio.
El anuncio de las restricciones provocó en la última semana una oleada de vuelos a La Habana procedentes de Miami para atender la demanda de miles de cubano-americanos que querían visitar a sus familiares antes de su entrada en vigor.
[b]Resoluciones aprobadas[/b]
Desde 1991 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó resoluciones anuales de condena al embargo presentadas por Cuba, iniciativa que alcanzó en noviembre del pasado año un apoyo de 179 naciones, sólo tres en contra (Estados Unidos, Israel e Islas Marshall) y las abstenciones de Marruecos y Micronesia.
Sin embargo, Washington persiste en mantener el embargo que ha endurecido significativamente en 1992 con la ley Torricelli, en 1996 con la Helms-Burton y en 1999 con la Sección 211 de la ley de Asignaciones Presupuestarias.
Mediante la ley Torricelli, Estados Unidos suprimió el comercio de Cuba con subsidiarias de compañías estadounidenses en terceros países, que ascendía a 718 millones de dólares.
La ley Helms-Burton prevé fuertes sanciones para compañías y empresarios extranjeros que hayan invertido en la isla, mientras que la Sección 211 extiende las condiciones de la Helms-Burton a la propiedad intelectual.
Pero en septiembre de 2000, el Congreso de Estados Unidos aprobó la venta de alimentos y medicinas a la isla, bajo condiciones especiales que implican pago al contado, ausencia total de créditos e imposibilidad de utilizar embarcaciones cubanas para el transporte.
En estas condiciones Cuba comenzó en diciembre de 2002 a realizar compras de alimentos en Estados Unidos, las cuales han alcanzado desde entonces los 833 millones de dólares y levantado un sector antiembargo en el Congreso, integrado por los representantes de los exportadores agro-alimentarios.