Su voz entrecortada por las lágrimas aún resuena en nuestra memoria. Sentada junto a su hijo, mintiendo con sangre fría, le pedía a Emely Peguero que regresara aunque sabía que no podía hacerlo porque había sido asesinada por su hijo.
Ella, Marlin Martínez, ayudó a su hijo Marlon a desaparecer el cadáver de Emely, quien a sus 16 años solo había cometido el pecado de haber quedado embarazada de él. La habían metido en una maleta, cual si no fuera nada, y la dejaron tirada en una finca.
Ayer, a casi tres años del terrible crimen que tuvo lugar el 23 de agosto, los jueces de la Corte de Apelación de San Francisco de Macorís decidieron rebajar la pena de Marlin, quien había recibido una condena de cinco años y ahora pagará dos. ¿Cómo es posible que se castigue de forma tan indulgente a alguien que no mostró un ápice de sensibilidad e hizo lo que estuvo a su alcance por encubrir el hecho?
Pensar que Marlin saldrá en pocos meses duele. Sí, duele tanto como el caso de la adolescente de 14 años que fue violada por el mayor Santo Oviedo de Los Santos, de 46 años, en el destacamento al que acudió con su padre para denunciar la violación de la que había sido víctima.La coerción del mayor, de un mes, fue a la cárcel de Operaciones Especiales, es decir, casi como un paseo. ¡Esperemos que la condena no sea igual de suave!
Volviendo con Emely, es duro imaginar lo que estararán sintiendo en estos momentos los padres de esa niña, Genaro Peguero y Adalgisa Polanco. ¡Cuánta impotencia y cuánto dolor deben albergar! ¡Menos mal que a Marlon le ratificaron la condena de 30 años!