La calle de Villa Francisca que lleva el nombre de Emilio Castelar no es sólo tributo al brillante orador, escritor, periodista, abogado, filósofo y Presidente de la República Española, sino también homenaje de gratitud a uno de los más decididos opositores a la Anexión de la República a España, que promovió con entusiasmo, desde la propia metrópoli predominante, la lucha de los dominicanos a favor de la causa restauradora.
Castelar se hizo familiar entre los intelectuales nacionales contrarios al dominio de la Madre Patria y aún después de proclamada la llamada segunda Independencia, mantuvo correspondencia epistolar con los criollos. En archivos locales se localizó una extensa misiva que le envió el historiador José Gabriel García, el 15 de marzo de 1897, en la que aparte de rebatirle un artículo de su autoría, aprovecha para remitirle un ejemplar de la tercera edición de su Compendio de Historia Patria.
Mui señor Mío: Nunca me hubiera atrevido a poner en sus manos ninguno de mis trabajos históricos, temeroso de que llegara V. a figurarse que me parecían dignos de ocupar su atención, cuando sé que no tienen otro mérito que el de llenar el vacío que dejaba la ausencia de otros más acabados, con que bien pudieron dotar a su patria algunos dominicanos más competentes que yo, le anuncia y luego pasa a impugnar consideraciones exteriorizadas por Castelar. La carta se publicó en Clío, en 1952.
El combatiente y progresista revolucionario acogió, publicó y comentó producciones de Emiliano Tejera, Apolinar de Castro, Manuel María, Felipe y José María Calero, entre otros, criticando a las autoridades del protectorado.
En su libro Antecedentes de la Anexión a España, Emilio Rodríguez Demorizi consigna que los periódicos madrileños en los que Castelar daba a la luz las colaboraciones de los patriotas criollos contra el imperio colonial eran La Democracia, La Discusión y Las Novedades. En esa tarea le respaldaba Nicolás María Rivero.
Apunta el reconocido historiador que por este solidario comportamiento del ilustre hijo de Cádiz, siempre honrará a España la libertad con que fue combatida, en su propio seno, la reincorporación de Santo Domingo.
A la labor patriótica de Castelar por la liberación nacional hace referencia, además, Vetilio Alfau Durán en una publicación sobre La Gándara y los rebeldes de 1865. Menciona a los escritores citados señalando que se convirtieron en agentes activísimos de la causa nacional, algunos bajo seudónimo, y destaca: Se atrevieron a enviar reportajes tendenciosos a los periódicos de Madrid, artículos que tuvieron la virtud de mover a favor de la causa dominicana pluma tan autorizada como la de Emilio Castelar.
Añade que las autoridades españolas abrieron serias investigaciones a fin de descubrir a uno que utilizaba el sobrenombre de Eduardo Montaner y a un señor que firmaba con tres asteriscos, pero las pesquisas, manifiesta, fueron infructuosas ya que el mismo administrador general de Correos, generoso peninsular, era un sincero protector, o cómplice, de los dos jóvenes patriotas, uno de los cuales, Tejera, tuvo al fin que ausentarse furtivamente del país y encaminarse a Venezuela, en cuya capital continuó su labor en pro de la Restauración.
Breve perfil
Emilio Castelar Ripoll nació en Cádiz, el siete de septiembre de 1832, hijo de Manuel Castelar y María Antonia Ripoll, oriundos de Alicante y tenidos como personas de ideas liberales. El padre, agente de cambios muy aficionado a la lectura y al estudio, y dueño de una de las mejores y más ricas bibliotecas de Cádiz, falleció repentinamente cuando Emilio contaba siete años de edad. La familia quedó sin recursos y fue acogida en Alicante por una tía materna, Elda.
La madre se encargó de dar a su hijo la formación cultural que el padre había soñado para el pequeño. Lo estimuló a leer hasta tal punto que leía todo lo que tenía a su alcance, libros o periódicos, leía en todas partes, incluso cuando caminaba por la calle, confesaría el propio Castelar.
Cursó carreras de derecho, filosofía y letras en la Universidad de Madrid. Actuó en la vida política defendiendo las ideas democráticas. Fundó el periódico La Democracia en 1863, y a causa de un artículo contrario a Isabel II, El rasgo, fue separado de la cátedra de historia de España de la Universidad Central, lo que provocó manifestaciones de protestas estudiantiles. Debió exilarse en Europa donde permaneció hasta 1868 cuando volvió para hacer proselitismo a favor de la República.
Fue miembro de un Triunvirato, diputado por Zaragoza a las Cortes Constituyentes de 1869 y pronunció numerosos discursos de un estilo retórico y florido que en su época fueron considerados modelos de elocuencia.
Nombrado Ministro de Estado en 1868, abolió durante su mandato la esclavitud en Puerto Rico. En 1874 alcanzó la Presidencia de la Primera Republica hasta que fue destituido por el Golpe de Estado del general Pavía.
Durante su exilio de dos años, entre 1866 y 1868, recorrió Francia, Suiza, Italia, Inglaterra, Alemania, conoció importantes políticos, estadistas, escritores, pensadores y colaboró como corresponsal en los periódicos El Siglo, de Montevideo; El Monitor Republicano, de México; La Nación, de Buenos Aires y La Raza Latina, entre otros. La retribución por estos trabajos le permitió sobrevivir. En España había trabajado como redactor de El Tribuno del Pueblo, La Soberanía Nacional, La Discusión, de corte democrático.
Publicó la novela Ernesto, con rasgos autobiográficos, Alfonso el Sabio, de carácter histórico y Lucano: su vida, su genio, su poema, que fue su tesis para obtener el grado de Doctor. Fue profesor, además, de literatura latina y griega y de literatura universal y española.
En España ha sido objeto de especiales homenajes. Un imponente palacio lleva su nombre. Miles son sus biografías, de las que se han extraído estas notas. Una de ellas confluye refiriendo que cansado y enfermo, Emilio Castelar abandonó la política activa, aunque intentó volver a ella tras el asesinato de Cánovas, en 1897, presentándose como diputado por Murcia. Ese mismo año regresó por última vez a Cádiz, donde pronunció en el Casino un emotivo Discurso de acción de gracias a Cádiz.
Falleció en San Pedro del Pinatar, el 25 de mayo de 1899. Seis días después era enterrado en Madrid en medio de un gran clamor popular.
La calle
El 13 de noviembre de 1934, el Ayuntamiento de Santo Domingo resolvió designar con el nombre de Emilio Castelar la calle de Villa Francisca que se extiende de Norte a Sur, entre las Caracas y Barahona, en memoria del eminente orador español que atacó la anexión de Santo Domingo a España. Virgilio Álvarez Pina, Síndico Municipal, Armando Ortiz, Vicepresidente en funciones y Aquilino Ricardo, secretario general del Ayuntamiento, hicieron pública la resolución.
Al describir la pequeña vía, el historiador Luis E. Alemar destaca: Existe una pequeña calle de Norte a Sur, no muy ancha, nombrada desde su fundación Calle Pasaje, a la que más tarde se le dio el nombre de Emilio Castelar, el ilustre periodista español y Presidente de la República y uno de los opositores más grandes que tuvo la Anexión.
Hasta hace unos años el entorno estaba ocupado por casas de familias, hoy está prácticamente comercializado. Los rótulos desaparecieron.