Ayer anotábamos que «el Congreso está desvinculado de la ciudadanía».
Algo tan cierto como grave.
Desgraciadamente irremediable, por ahora.
De hecho, siempre fue así.
Nuestra clase dirigente se representa a sí misma.
Se entienden mucho mejor los legisladores entre sí que con los supuestos representados, que toditos desprecian.
Evidente horizontalidad de clase.
Nuestros congresistas le deben más el cargo a las convenciones partidistas que a las mismas elecciones.
Dependen más de mafias que de votos.
Son capaces de prolongar su período sin pestañear.
Tan libres son de todo vínculo y compromiso que se cotizan en el mercadillo político.
«Representativa» )qué?