Jornada sangrienta, sin precedentes en la historia de la capital española.
Casi doscientos muertos, un millar de heridos.
Impresionante la solidaridad humana demostrada ante la tragedia.
Inicialmente atribuyeron la catástrofe a Eta pero luego pensaron en la red Al Quaeda.
Señalan indicios tales como la participación de suicidas, ausentes en los ataques de Eta.
El Rey y el presidente Aznar expresaron su dolor insistiendo en el mantenimiento del Estado de Derecho, la mayor fortaleza y orgullo de los españoles de hoy.
Todo lo contrario de lo que ocurre en Guantánamo y con presos que no se someten a la Justicia.