La Suprema sentenció que es incompetente para juzgar la inconstitucionalidad del discutido proyecto de ley.

Ingeniosos los jueces, evadieron la consulta.

Un tanto humorístico el inapelable y medroso dictamen.

Algunos dirán que cobarde e irresponsable.

Consultados sobre la criminalidad de una acción ya iniciada, los honorables piden que consumen el crimen y luego averigüen.

«Violen la Constitución primero, después hablamos».

«No pregunten antes porque no sentenciamos sobre supuestos».

Recientemente la Suprema «necesitó» el parecer del fiscal Aristy para luego reenviar un expediente al Procurador general recabando también su dictamen.

Juegos jurídicos, dilatorios y elusivos, alargando procesos.

Ahora fueron admirablemente rápidos.