Solicitan elevar nivel de campaña política pero el gusto por el insulto prevalece.
Quizás, más que insultarse, simplemente se califican.
Desde el poder, llaman «señoritos» a los peledeístas y éstos califican de «rufianes» a sus hermanos de padre.
El «rufián» carece de honor, es perverso, despreciable.
También es quien trafica con mujeres. Cercano a «truhán», «bribón» y «granuja».
Más ofensivo que «señorito» de connotación clasista, que puede significar ociosidad. Es el hijo del señor.
Señoritos o rufianes, sudorosos o perfumados, todos posiblemente digan verdad al calificarse.
Ya sabemos que, sudorosos o rufianes, todos sumisos envían y mantienen tropas en Irak.