Emoción y alegría entre los devotos de los nuevos santos

Emoción y alegría entre los devotos de los nuevos santos

CIUDAD DEL VATICANO. Millares de personas -polacos sobre todo, pero también latinoamericanos y de otros países-, siguieron el domingo con devoción y enarbolando sus propias banderas la canonización de Juan Paulo II y de Juan XXIII en la plaza de San Pedro.

Muchos de ellos pasaron la noche a la intemperie, bajo la llovizna, para reservarse un lugar lo más cerca posible a la ceremonia.

El altar estaba ubicado a los pies de la basílica de San Pedro y los puestos privilegiados fueron para el papa emérito Benedicto XVI -muy aplaudido por la multitud-, para cardenales, obispos y delegaciones oficiales. Otros miles de peregrinos se fueron agolpando con el pasar de las horas en las calles aledañas a San Pedro y avanzaban por Via de la Conciliazione, pese a que los jóvenes voluntarios de la Protección Civil, mediante cadenas humanas, trataba de contenerlos para evitar incidentes. Medidas de seguridad importantes, pero no prohibitivas, rodeaban el Vaticano, donde había además puestos para asegurar asistencia médica de urgencia y botellas de agua a los peregrinos.

El Vaticano estimó en 500.000 personas las que estaban presentes en la zona de San Pedro y en 300.000 las que habían mirado la ceremonia a través de las pantallas gigantes puestas en distintos puntos de la ciudad, como el Coliseo. A un cierto punto de la jornada, cuando la ceremonia estaba por comenzar, prácticamente no se podía caminar sin pisar a alguien.

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