Empieza nueva batalla sobre el velo en Egipto

<p>Empieza nueva batalla sobre el velo en Egipto</p>

Por MICHAEL SLACKMAN
EL CAIRO, Egipto
.- Olvídese de la pobreza extendida, las escuelas en deterioro, el desempleo crónico o la ira pública por la brutalidad policiaca. ¿Qué pone de pie a los funcionarios egipcios, qué los hace gritar enloquecidos, qué inspira el llamado a audiencias públicas y la renuncia de un ministro?

Ultimamente la respuesta ha sido: las críticas al hijab, el estilo islámico de vestir en el cual una mujer se cubre la cabeza y el cuello con una pañoleta, y envuelve su cuerpo en túnicas sueltas para ocultar su figura.

Cuando uno de los ministros más veteranos de Egipto llamó «regresivo» al hijab recientemente, 130 miembros del Parlamento pidieron su renuncia.

Detrás de ese desafío radica una larga competencia por las lealtades de los egipcios entre la Hermandad Musulmana, que está técnicamente prohibida pero siente que se beneficia cada vez que una mujer se pone un velo, y los líderes autoritarios, que temen al temor del simbolismo religioso y han tratado de hacerle frente cada vez con menos éxito.

Hoy el debate es menos sobre si las mujeres deberían adoptar la vestimenta islámica — hasta un 90 por ciento de las mujeres se cubren al menos la cabeza — que sobre cuán modestas deberían ser. Es un debate que incursiona en temas que calan hondo en la sociedad egipcia: ¿Qué significa ser un buen musulmán? ¿Qué significa ser egipcio? ¿Cómo puede el partido gobernante frenar la creciente popularidad de los islamitas?

Tratando de trazar la línea en alguna parte, varios miembros del sistema se oponen a los llamados de los islamitas a que las mujeres cubran sus cuerpos y, más recientemente, sus rostros totalmente.

Pero también hay una paradoja: Aunque la creciente prevalencia del hijab es un signo de que los islamitas están ganando, la forma moderada en que el hijab ha sido adoptado sugiere que la victoria es frágil.

Aunque el renacimiento religioso en Egipto está redefiniendo su cultura, la política e incluso la identidad nacional, la actual moda del hijab a menudo se detiene en el cuello. Muchas jóvenes egipcias han adoptado el cubrirse la cabeza como moda, más quizá que como religión, y como parte del uniforme nacional.

«Por supuesto esto no es un velo adecuado», dijo Shereen Magdy, de 22 años, mientras caminaba por el elegante City Stars Mall aquí con un grupo de amigas. «Esto es: »Sigue la corriente»». Puedo llevar un velo y aún así lucir bien».

Funcionarios religiosos dicen que en términos puramente religiosos, esas actitudes hacen que la pañoleta carezca de significado. «Esto es como una moda y está alejado de la religión», dijo el jeque Hussein Khedr, viceprimer ministro del Ministerio de Asuntos Religiosos.

Sin embargo, como sabe cualquier agente político, los símbolos — o el estilo — pueden transmitir sustancia, y eso atemoriza al círculo gobernante.

La prevalencia del hijab es otro signo de que los islamitas están teniendo éxito en empujar a Egipto, siempre un país religioso, más hacia su campo, política, cultural y espiritualmente, dijo Gamal Ghitany, editor de Al Akhbar, uno de los periódicos más grandes de Egipto. En realidad las masas han sido convencidas de que el hijab es un requisito del Islam. Y sigue siendo un símbolo religioso poderoso que finalmente conduce a una identificación islámica más profunda para quienes lo usan, cualquiera que sea su razón.

Las dos fuerzas que compiten por el corazón y la mente de los egipcios — el gobernante Partido Democrático Nacional y la Hermandad Musulmana — lo saben. Aunque la Hermandad tiene un atractivo popular más fuerte, quienes están en el poder han buscado a través de décadas crear legitimidad adoptando el papel de guardianes de la fe, junto con su papel gobernante.

En el moderno Egipto, dijeron analistas, esto empezó con el Presidente Anwar el-Sadat, que cambió la constitución para que la ley egipcia se apegara más estrechamente al Corán, aun cuando usaba las fuerzas de seguridad para tratar de aplastar a la Hermandad. Pero el resultado histórico de esta estrategia ha sido promover los valores religiosos; y eso, dicen algunos analistas, sólo ha ayudado a ampliar el grupo de seguidores de la Hermandad.

El caso del ministro de Cultura de Egipto, Farouk Hosni, habla al respecto. Rompiendo con la línea gubernamental usual de respaldar el velo, dijo en una entrevista con un periódico que el hijab es un «paso atrás para las mujeres egipcias», y que «las mujeres con su hermoso cabello son como flores y no deberían cubrirse».

Cuando docenas de jóvenes actores murieron en un incendio durante un programa de teatro operado por el ministerio de Hosni, él fue condenado. Pero sus comentarios sobre el hijab provocaron una dura reacción de parte de miembros de su propio partido.

Magdy Mohanna, columnista de Al Masry Al Youm, un periódico, dijo que esos ataques contra Hosni parecían ser un esfuerzo por «tratar de jalar del tapete debajo de los pies de la Hermandad» como para decir: «No son los únicos que defienden nuestra religión».

Críticos liberales del régimen dicen que la atención sobre el velo debería verse en el contexto de la amplia insatisfacción pública con el sistema corrupto y autocrático del gobierno aquí. Si los líderes autoritarios permitieran un ambiente político más libre, arguyen estos críticos, la gente quizá no se apresure a acercarse a la Hermandad Musulmana en primer lugar.

En cualquier caso, parece que las autoridades se han preocupado por la dirección que está tomando el debate sobre el velo. Ahora han trazado la línea en el niqab: la suelta túnica totalmente negra y el velo para el rostro comunes en Arabia Saudita. Una pequeña pero creciente minoría de mujeres egipcias están adoptando el niqab. Ya que no hace muchos años sólo un pequeño número de mujeres usaban la pañoleta, la tendencia más reciente está siendo observada cuidadosamente.

Las autoridades egipcias han empezado a ver esta vestimenta como una amenaza de seguridad, porque oculta el rostro, y porque se percibe como una declaración política, un rechazo al estado en faor de un sistema islámico estricto. Otros egipcios la ven también como divisiva.

«Rechazo el niqab», dijo Soad Saleh, profesora de religión que causó agitación recientemente cuando anunció su opinión negativa sobre el niqab en la televisión estatal.

En el City Stars Mall un jueves por la noche, al inicio del fin de semana, ambas fuerzas fueron evidentes. Fue claro que las jóvenes que estaban usando pañoletas y ropa ajustada estaban mostrando tanto una moda como su fe. Pero también fue claro que creían que al final, la fe llegaría a dominar.

«Cambiar la apariencia del velo atrajo a la gente hacia él», dijo Mirna Ahmed, de 35 años, que usaba una pañoleta anaranjada, maquillaje anaranjado y pantalones vaqueros azules doblados para mostrar sus botas. «Estoy segura de que lo observaré mejor en el futuro, al menos lo espero».

Publicaciones Relacionadas

Más leídas