Por Orlando Lizama
Washington, 10 nov (EFE).- El secretario de Justicia, John Ashcroft, uno de los más criticados del Gobierno de Estados Unidos, y el de Comercio, Don Evans, dimitieron del cargo y abrieron el proceso de cambios en el gabinete del presidente, George W. Bush, para su segundo mandato.

Las dimisiones fueron aceptadas de inmediato por Bush, quien, en su primera conferencia de prensa tras resultar reelegido en los comicios del pasado día 2, dijo que la remodelación de su equipo ministerial es «inevitable».

En su carta de dimisión manuscrita, Ashcroft afirmó el martes que «se ha logrado el objetivo de garantizar la seguridad de los estadounidenses frente al terrorismo criminal».

Añadió que, «sin embargo, creo que el Departamento de Justicia se beneficiaría de una nueva autoridad y nueva inspiración».

El dimisionario secretario de Justicia, cuyos problemas de salud habían planteado dudas sobre su permanencia en el Gobierno, manifestó que «creo que mis energías y talentos deberían dirigirse hacia otros horizontes».

Ashcroft, de 62 años, se convirtió en el blanco de las críticas de los grupos de defensa de las libertades civiles y de los derechos humanos por las políticas contra el terrorismo adoptadas tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Para ello se apoyó en una recién promulgada ley antiterrorista que permitió al Gobierno intervenir comunicaciones, investigar el uso de internet y de teléfonos, así como detener a inmigrantes.

Ashcroft se defendió de las críticas y señaló que sus medidas habían sido necesarias para impedir que EEUU fuera blanco de otro ataque similar a los del 11-S.

El dimitido secretario de Justicia era uno de los elementos más conservadores del Gobierno de Bush y en enero de 2002 ordenó que se cubrieran dos estatuas parcialmente desnudas en el Departamento de Justicia, porque no quería que se le fotografiara delante de ellas durante sus reuniones con periodistas.

Elegido senador en 1994, fue uno de los más activos promotores de una impugnación política del presidente demócrata Bill Clinton en el Congreso por sus relaciones con la becaria de la Casa Blanca Mónica Lewinsky en 1998.

La posibilidad de que abandonara el Gobierno comenzó a barajarse aún antes de las elecciones de la semana pasada, después de ser ingresado en un hospital de Washington debido a una operación a la que tuvo que someterse por problemas en el páncreas.

Ante la posibilidad de su marcha, las conjeturas sobre su sucesión se centraron en el subsecretario del departamento, Larry Thompson, las cuales, de concretarse, lo convertirían en el primer secretario de Justicia de raza negra en la historia política de EEUU.

Otros mencionados como posibles sucesores son el ex gobernador del Estado de Montana, Marc Racicot, el consejero jurídico de la Casa Blanca, Alberto Gonzales, y el ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani.

En su carta de renuncia, Evans señaló que «aun cuando la promesa de su segundo período es brillante, he determinado con profunda consternación que es el momento de regresar a casa», en Texas.

Evans, fue uno de los consejeros de Bush durante la campaña electoral que concluyó con los controvertidos comicios de 2000 decididos por el Tribunal Supremo de EEUU.

Medios de prensa indicaron que podría ser sustituido por Mercer Reynolds, presidente financiero de la campaña electoral de Bush.