Los cambios en las costumbres han sido tantos en los últimos cuarenta años, que algunos grupos religiosos tradicionalistas pusieron de moda la expresión catastrófica: “el fin está cerca”. El lingüista piamontés Umberto Eco, recientemente fallecido, escribió un célebre ensayo en el cual presentaba la división de los hombres de nuestra época en dos grandes grupos: “apocalípticos” e “integrados”. Hay personas que se adaptan o acomodan a las nuevas formas de conducta: son los “integrados”. Otras personas resisten los cambios y los califican negativamente: “nefastos”, “destructivos de la cultura occidental, “disolventes del orden moral”, de “la familia”, de los valores religiosos judeo-cristianos: son los “apocalípticos”.
Umberto Eco expone en su ensayo diversos aspectos conectados con estos dos grupos; los omito para simplificar y economizar espacio. El pensador polaco Zygmunt Bauman creó el término “modernidad líquida”, para expresar la inconsistencia de las costumbres de hoy, que fluyen, transformándose rápidamente, sin asentarse en un estrato sólido. En la “sociedad líquida” ninguna costumbre perdura el tiempo suficiente para llamarla “estable” o duradera, en camino de hacerse “tradicional”. Según Bauman, ahora hay tanta “fragilidad en los vínculos humanos”, que existe un “amor líquido”. Bauman relaciona estos fenómenos con el holocausto, la Segunda Guerra Mundial y la economía de alto consumo en masa.
También insiste en que pretendemos resolver problemas “nacionales” con disposiciones locales o nacionales; cuando en verdad sufrimos por causa de problemas “globales”, que tendrían que ser afrontados globalmente. Quiere decir que religiosos tradicionalistas, lingüistas contemporáneos, pensadores y antropólogos, coinciden en que el mundo de hoy está cubierto por una espesa capa pegajosa, parecida a un emplasto farmacéutico, que nos entorpece tomar decisiones intelectuales, morales, estéticas, políticas. Estamos atascados en un emplasto cultural. Bauman, quien intentaba encontrar claridades, abandonó este mundo hace dos semanas.
En siglo XIX, Federico Nietzsche pronosticó que habría una transmutación de todos los valores. No se trata, pues, de una cosa nueva, surgida repentinamente. La “subcultura” de los “hippies” de Norteamérica, tiene antecedentes filosóficos y viejísimas causas sociales. Arrumbar el pensamiento griego ha traído tantos males como mantener su vigencia forzada. La “enfermedad”. del intelecto ha sido el silogismo, la lógica extremada; la “enfermedad” del cuerpo, la sensualidad desatada, que los monjes aristotélicos del medioevo llamaron “concupiscencia”.