Empleos en el extranjero

Empleos en el extranjero

Millares de dominicanos se entusiasman con suma facilidad con la oferta de empleos en el exterior, porque entienden que vivir fuera de República Dominicana, en cualquier otro lugar, les ofrece oportunidades que aquí nunca alcanzarían. En la mayoría de los casos, sin dudas, esto es cierto, pero en otro grupo eso es una simple ilusión.

La presión generada por la ambición y la esperanza de mejorías, estimulada por los que retornan cada cierto tiempo a nuestro país con historias de éxitos, ha llevado a muchos a cometer la locura de viajar ilegalmente en la barriga de aviones y buques, colgados de las ruedas, entre contenedores y paquetes, o en las sentinas.

Las muertes suman millares, las historias de horror podrían llenar volúmenes, pero aún así no se detiene este proceso.

La inmigración ilegal, estimulada por la propaganda maliciosa de los éxitos de otros en el exterior, generó la emigración a Estados Unidos desde la década de los >60s y esa presión se ha mantenido hasta ahora.

Luego se abrió el mercado de Venezuela, posteriormente toda Sudamérica, y finalmente Europa y Asia. Los dominicanos ahora forman colonias en lugares tan distantes como Japón y Australia.

El país fue sacando poco a poco ventaja de esa emigración. Como decía recientemente el ex presidente del gobierno español Felipe González, la principal exportación dominicana son los seres humanos. Y esto es cierto. Sin dudas es el producto más rentable. Genera, anualmente, más que ninguna otra producción nacional.

Pero como bien advertía González, con esa exportación, la República Dominicana se desprende de su mejor producto, del producto que puede hacer que el país salga de sus avatares. Es el talento y la capacidad productiva de estas personas la que están aprovechando otras naciones. Estamos desangrando al país al permitir esa exportación de seres humanos.

González, muy bien decía, que España estuvo por muchos años haciendo lo mismo y hasta que no revirtió ese proceso fue una nación, como la dominicana, de mucha pobreza.

[b]II[/b]

Los dominicanos parece que estamos signados por el instinto de emigrar. Desde los primeros días de la colonia fue necesario que el rey Carlos V emitiera una ordenanza que prohibía la salida de hombres de la isla que quedaba poco a poco casi desierta. Luego, las malas administraciones de la colonia y la cesión a Francia en el siglo XVIII, primero del tramo de lo que es Haití, y luego de la parte oriental, provocó otra estampida.

Sin embargo, por casi 150 años nos mantuvimos recibiendo inmigraciones de todas partes.

Pero desde mediados de la década pasada los dominicanos recomenzaron el proceso de salir del país. La Guerra Civil de 1965 es un punto de partida de una fuerte emigración, especialmente hacia los Estados Unidos.

Ahora, la ambición y la desesperación de esta gente, las está llevando a caer en manos de garroteros que son declarados esclavistas o tratantes de seres humanos.

El proceso de emigración tiene que ser observado con mucho cuidado por nuestros políticos.

Los que se van son una fuente de ingresos para la economía, una especie de situado que adormece la sociedad de forma parecida a como ocurrió durante el período de nuestra historia que se conoce como la España Boba.

El país, como una política de Estado, tiene que revertir el proceso. De lo contrario pagaremos un muy alto precio.

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