¿Empobrecen los haitianos a los dominicanos?

¿Empobrecen los haitianos a los dominicanos?

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La creciente presencia haitiana en la sociedad dominicana, que se hace más visible en la medida que avanza en las áreas urbanas, venía suscitando un debate entre dos perspectivas ideológicas. La sentencia del Tribunal Constitucional, súbita e innecesariamente, ha venido a intensificar la controversia y la internacionalización del conflicto cuyas consecuencias no deben ser subestimadas.

En la polémica participan los que, fundamentados en una visión legalista y haciendo causa común con ciertos organismos internacionales, esgrimen argumentos que implican que debe documentarse civilmente a ese gran conglomerado de inmigrantes a fin de que ejerza sus derechos humanos.

En contraposición, existen otros que perciben a los extranjeros como un cuerpo extraño que, por su magnitud, no puede ni debe ser asimilado por nuestra sociedad.

Mientras se intensifica el ruido provocado por los organismos internacionales y por los que en el país tienen acceso a los medios de comunicación, elpueblo dominicano sigue acogiendo pacíficamente a los extranjeros y conviviendo armoniosamente con ellos. Sin embargo, lo que en principio era poco, ha llegado a ser mucho para luego convertirse en demasiado. La presencia haitiana en el país ha cobrado una magnitud que no puede soslayarse.

Ente otras cosas, la polémica ha alejado la atención sobre los efectos socio-económicos del creciente flujo de haitianos, que es donde debe iniciarse el análisis del tema. Veamos los aspectos más relevantes.

El efecto más evidente es el desplazamiento de la mano de obra dominicana por los inmigrantes haitianos, que es un proceso sociológico complejo y muy lento, que no se percibe fácilmente.

Según versiones testimoniales, cuando los inmigrantes empezaron a llegar a las producciones agrícolas, los salarios, poco a poco, fueron descendiendo, lo que motivó que los jóvenes abandonaran el campo y el núcleo familiar, desalentados por la reducida compensación y alegando que esas eran ocupaciones para los viejos dominicanos y los haitianos.

Los que se consideraban merecedores de mejores retribuciones por su trabajo, terminaron “buscándosela” en los poblados adyacentes y compitiendo en el mercado laboral urbano por las escasas ocupaciones y presionando los precarios servicios públicos que se ofrecen en esas comunidades del país.

La estigmatización de las ocupaciones con salarios exiguos para realizar las labores más duras, se ha expandido en todo el territorio nacional. El proceso en el cual los haitianos avanzan y los dominicanos retroceden, llegó a las grandes ciudades a través de la construcción y en la actualidad ambos grupos compiten por las tareas domésticas y en cada esquina por las “chiripas” más insignificantes.

Otro resultado de la participación de la inmigración ilegal en el mercado laboral que no se advierte con claridad, es que desalienta la introducción de tecnologías que eleven la productividad del trabajador y que, consecuentemente, hagan posible el mejoramiento de su salario. En la producción agrícola existen cultivos que son viables por el abaratamiento de la mano de obra, lo que no incentiva nuevas técnicas productivas ni que se destinen esas tierras a otros cultivos más productivos. Un caso evidente es la cosecha de la caña que todavía no se ha mecanizado totalmente y sobreviven producciones mediante métodos de explotación colonial.

La economía dominicana, reputada como la de más rápido crecimiento en la región latinoamericana durante las últimas décadas, ha asumido el cometido imposible de generar empleo para dos pueblos pobres. Pero los procesos económicos pertenecen al mundo de lo real y mientras persista la masiva e ilimitada oferta de mano de obra dispuesta a trabajar con cualquier condición y retribución, se seguirán presionando hacia abajo los salarios y se desalentará la introducción de tecnologías más eficientes en la agricultura, la industria, el comercio, el transporte, e incluso, en las tareas domésticas. Es lo mismo que decir que los salarios en el país están represados en una trampa de pobreza, tal como lo revelan las evidencias estadísticas que discutiremos en el próximo artículo.

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