Hoy 
La delincuencia, el narcotráfico y sus secuelas, la violencia en sentido general, son elementos que perturban la vida de la sociedad en pleno. Es un conjunto de males que afecta a todos y que, por ende, atañe a todos buscar la solución.
Cuando el aparato del Estado no es capaz de tener el control de los actos perturbadores, y cuando en vez de garantizar seguridad ciudadana, divaga en comparaciones con otros países tratando de minimizar las consecuencias locales, entonces es necesario que todas las instancias representativas de la sociedad se involucren en la búsqueda de remedio.
Desde esa óptica, resulta atinada y oportuna la propuesta del doctor Jorge Subero Isa, presidente de la Suprema Corte de Justicia, de que se convoque a un encuentro nacional para identificar las causas de la expansión de la violencia, el narcotráfico y la delincuencia y, a partir de un diagnóstico certero, administrar las correcciones necesarias.
Lo que no puede continuar ocurriendo es que las respuestas oficiales sean las menos adecuadas para tener los efectos que necesita la gente.
Hay que empoderar a la sociedad para que, del mismo modo que es víctima de la inseguridad, se haga protagonista en el remedio.
El maestro merece un seguro
Una de las cooperativas más ricas y de mayor membresía en el país es la de los maestros.
Los educadores viven satisfechos de sus servicios y de la manera que responde a sus necesidades.
Es una verdadera lástima que no puedan decir y sentir lo mismo por el Seguro Médico de los Maestros (Semma), que deja mucho que desear en materia de protección en salud.
Este seguro ha sido víctima de pésima administración y los resultados han sido deprimentes. Ha rozado los abismos de la quiebra y en vez de dar socorro ha tenido que ser socorrido.
No se entiende cómo el seguro de los maestros no puede ser tan bueno como la cooperativa del mismo sector o compararse en calidad con el seguro médico de los demás servidores públicos.
Los maestros merecen contar con un seguro médico que de verdad proteja su salud.
