Emprendedor en el corazón del barrio Villa Consuelo

Emprendedor en el corazón del barrio Villa Consuelo

Cientos de jóvenes no estudian ni trabajan en el país. Otros están atrapados en el consumo de las drogas o en la venta de estas sustancias ilegales. Y muchos abandonan la escuela o la universidad para dedicarse a labores informales en los sectores marginados de la República Dominicana, a falta de un estímulo que los ayude a encarar la vida.
En ninguno de estos patrones fallidos encaja Vladimir Trinidad Cuevas.
Decisión, fuerza, persistencia y mucha fe en el futuro se aprecia en el mundo de Vladimir, al que para entrar tienes que pensar en harina, levadura, aceites, queso y jamón rallados, salsa, tomate, carne, bastante orégano y un horno de gas a una temperatura de 300 grados Fahrenheit.
El resultado de estos y de otros ingredientes será una rica pizza, comida que ha cambiado la vida de este joven de 22 años desde que instaló el primer puesto en la calle Manuel Ubaldo Gómez esquina Manuel Arturo Peña Batlle en el sector Villa Consuelo en el Distrito Nacional. Se perfila emprender. Sueña en grande. Se inspira en la vida de gente que ha triunfado, para lo que ve videos de superación. Inició con una estufa y el primer negocio, ahora cuenta con ocho de estos equipos.
Abrieron dos negocios en los sectores Villa Juana y Los Prados en esta Capital.
Pero no todo es trabajar en el negocio de la comida. Vladimir, a quien algunos de sus vecinos denominan “El Empresario”, se inscribió en curso de relaciones públicas y estudia contabilidad en el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep). Va por el idioma inglés. Contó que hace dos años laboraba en un negocio de pizzas. Las cocinaba, las vendía y las cobraba. Un día salió a divertirse. Consigo llevaba el dinero del negocio y cometió el error de gastarlo.
Su patrono se molestó y lo recriminó. Se vio obligado a asumir el pago y quedó desempleado.
Entendió la metida de pata como una acción propia de su juventud, “pero se dijo no más” y decidió darle otro sentido a su vida.
Optó por un préstamo bancario de 25 mil pesos con la ayuda de su hermano. Hizo una pizza y la dio a probar al administrador de la estación de combustible que tan pronto saboreó el plato, decidió ser su socio en el negocio, que hoy cuenta con ocho empleados, ubicado frente a la casa de su madre, de quien se independizó.
Saldó un segundo préstamo de 70 mil pesos, y gestionó uno de 135 mil. Su plato ha tenido buena aceptación. Los clientes hacen turno para comprar y los fines de semana vende hasta 110 cajas de pizza. Esta historia de superación la complementa con la fe cristiana, al ser llamado por Dios. “Empecé desde abajo y pienso en grande”. Vladimir confía que puede llegar lejos trabajando con honestidad.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas