Empresas eléctricas, telefónicas y de comunicaciones desordenan Santiago

Empresas eléctricas, telefónicas y de comunicaciones desordenan Santiago

El problema de contaminación visual y movilidad generado por el cableado enmarañado que colocan a discreción empresas telefónicas y de comunicaciones es conocido. Desde el año 2007, el Ayuntamiento tiene pendiente una ordenanza que declare de interés público el control del uso de espacio aéreo urbano. El cableado caótico tiene que ser objeto de reglamentación, estímulos fiscales, penalizaciones y arbitrios.
El cableado llevó la “modernidad de la luz” a sitios sombríos, donde la mitología infantil presagiaba que “en esa calle se aparece el diablo”. Más progreso llegó cuando por estas rutas se colocó teléfono, televisión y el imprescindible Internet. El cableado de las ciudades fue signo de modernidad desde finales del siglo XIX cuando se colocaron cables en postes de madera y se insertaron en las principales calles para suplir las necesidades de energía eléctrica de vías, parques, viviendas, edificios públicos y locales comerciales.

Este cableado impactó en una ciudad de Santiago que se extendía apenas 7.5 km cuadrados de 1960 a 1970. Un edificio de dos plantas asombraba y ante la ausencia de edificios de altura, ausencia de semáforos y señales de tránsito elevadas, el ciudadano del pasado siglo XX no miraba hacia arriba. Percibía muy poco el gran problema de la contaminación por cables.

Sin embargo en este siglo XXI las construcciones de altura son comunes. Asimismo edificaciones patrimoniales como el Monumento a los Héroes, la visibilidad urbana del pico Diego de Ocampo y cientos de edificios históricos son clave en la dinámica atractividad turística. En 2018 Santiago como metrópolis de 103 kilómetros cuadrados acumula 2,615 kilómetros lineales de vías. En 1997 teníamos apenas 400 kilómetros, es un aumento de 500%. Con las vías crecieron los cables y hoy estimamos más de 3,000 kilómetros de cables caóticamente colocados.

Consideramos tres zonas de permisologías. Una primera de Alta Restricción de Colocación de Cableado (ARCC) para áreas patrimoniales, históricas, de atractividad paisajística y visualidad natural. Una segunda de Moderada Restricción (MRCC) para las zonas de transición conformadas por áreas donde se ubican las vías primarias y secundarias. Una Tercera de Baja Restricción o prohibición (BRCC) para el cableado donde las vías son barriales o terciarias. La ordenanza debería tener requisitos particulares para la implantación de postes, tendidos de cables, redes y estructuras fijas de antenas. La normativa debe exigir una infraestructura compartida donde la Alcaldía, por razones urbanísticas, ambientales o paisajísticas debe compartirse la misma estructura de soporte, postes, cableado y colores. El propietario de dicha estructura será el responsable ante el Ayuntamiento de cumplir las es pecificaciones técnicas contenidas en la ordenanza y deberá obtener el permiso de implantación.

La ordenanza debería concretarse con un programa para liberar el espacio aéreo de las antiestéticas telarañas negras que atentan contra el paisaje urbano y la movilidad. Prevenir el riesgo para la ciudadanía de tendidos aéreos que en terremotos aplastan a las personas. Igualmente, las redes de cables anárquicas ocasionan cortocircuitos, apagones, incendios y explosiones.

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