Empujándonos hacia la unificación

Empujándonos hacia la unificación

Los países de América y de Europa, en sus círculos intelectuales, políticos y diplomáticos, han decidido que Haití y Dominicana derriben la casi inexistente frontera y se unifiquen en un solo Estado. El último eslabón de ese cordón conductual hacia la unificación se forjó la semana pasada con la sentencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Esta se reunió en Washington para evacuar su criterio de la existencia de un “racismo estructural” dominicano en contra de los haitianos.
El asunto dominico-haitiano ha estado latente en las estrategias diplomáticas de las naciones europeas y americanas. Siempre para perjudicar a los dominicanos y doblegarnos ante la realidad de una oleada migratoria, que aun cuando ellos sufren dramáticamente en sus países, no se descuidan para obligar al país a claudicar su soberanía.
Y eso que tales países se jactan de pregonar su adhesión y amistad a los dominicanos. Ellos nos ayudaban de las más diversas maneras. Pero en los últimos tiempos esa ayuda se condiciona para favorecer a la masa ilegal de haitianos que parasitan en las diversas regiones dominicanas donde existen abundantes oportunidades de trabajo. Ya hay zonas en el este que la población es haitiana en casi un ciento por ciento. Verón en Bávaro es ya un enclave extranjero y se podría definir como un departamento haitiano y parte de su división territorial.
La CIDH quiere que los dominicanos se auto incriminen y se auto castiguen con un mea culpa de su rechazo visceral en contra de los pobres haitianos. Estos llegan sin contratiempos, pese a los esfuerzos de controlarlos que despliegan las fuerzas armadas dominicanas. Así vemos cómo las salas de parto de los hospitales del norte en especial de Santiago están inundados de parturientas haitianas que llegan en condiciones deplorables de higiene. Llegan sin ningún seguimiento y control del embarazo por parte de profesionales. Incluso se han dado casos de que antes de ingresarlas es necesario bañarlas con mangueras para eliminar sus condiciones de falta de higiene, para que los médicos puedan examinarlas.
Poco a poco el país se va poblando de haitianos que aquí encuentran su sustento para vivir. Aún cuando retornan a su país por temporadas o a llevar dinero, casi seguro regresan al lado oriental. Y es que aquí han dejado su base de sustentación económica. Sin objeciones ni persecuciones retoman sus trabajos. Estos están relacionados con la construcción, donde ya son una fuerza mayoritaria. También en los campos de caña del Este y en los arrozales, fincas de tabaco, guineos y en la recolección de café. Por igual en el sector turístico, que por sus habilidades idiomáticas, son preferidos en la mayoría de los hoteles del Este. Y ya son parte del transporte urbano desplazándose en carros de concho o motores en las principales rutas de la capital y Santiago.
Por más golpes de pecho que la CIDH se aplique en su anatomía burocrática, que hasta reconoce los esfuerzos dominicanos para combatir el “racismo estructural”. Es presionar hacia la unificación isleña en no más de 50 años. Ese es el objetivo del gobierno norteamericano que procura buscar el apoyo de gobiernos latinoamericanos presididos en la actualidad por personajes que en la época de la Guerra Fría eran políticos muy militantes de izquierda. Ahora esos gobiernos latinoamericanos son parte de una comparsa que se adhiere al imperio en un mundo unipolar.
La CIDH, en sus empeños unionistas de la isla, ha tenido el respaldo y la complacencia de grupos intelectuales de dominicanos liberales, muy apegados al derecho y a la hermandad de las razas. Ellos, en sus empeños antinacionales y sin tomar en cuenta los sentimientos de sus compatriotas, se han convertido en cuña de un mismo palo para angustiarnos e impedir un desarrollo aceptable de las dos naciones isleñas. Estas son muy distintas en creencias, razas, religiones y costumbres y aun así el gobierno norteamericano y sus aliados locales y extranjeros han puesto el rumbo hacia el objetivo de la unificación.
El núcleo dominicano pro haitiano consigue, con la opinión del pasado viernes 8 del CIDH, un respaldo a sus propósitos que ahora esperarían a que se celebren las elecciones generales del próximo mes para entonces abrirle fuego al gobierno. Es probable que con los resultados previstos para esas elecciones, el gobierno, podría sacudirse de su indiferencia con Haití e iniciar una campaña de hacer sentir la soberanía nacional en los foros mundiales.

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