Mucho es lo que se ha escrito sobre Juan Pablo Duarte y Diez, ideólogo y fundador de nuestra patria.
Sin embargo, este escrito no procura reiterar datos biográficos ya conocidos. El interés es resaltar su figura en beneficio de las nuevas generaciones.
En los próximos días se celebra el 210 aniversario de su natalicio, por lo que se hace propicio recordar a Duarte, hoy que tantos valores se han perdido en nuestra sociedad.
Para ello, reflexiono algunas ideas en beneficio de resaltar nuestra dominicanidad, y honrar a nuestro padre de la patria.
En primer lugar, los jóvenes deben ser motivados desde sus hogares, así como desde los centros escolares, a involucrarse en actividades sociales, culturales y políticas para que valoren el sacrificio de Juan Pablo Duarte, los Trinitarios y demás héroes nacionales que sacrificaron sus vidas para que hoy podamos exhibir y decir con orgullo que somos una nación libre e independiente, con cultura propia e identidad peculiar, conocida y reconocida a nivel internacional por nuestra fortaleza democrática y la participación en decena de foros y organismos mundiales.
En segundo lugar, se hace necesario que desde el Estado se incentive con orgullo la dominicanidad. Se nota poca presencia de símbolos patrios en las calles y avenidas, en los edificios públicos.
No puede pasar una fecha patriótica sin colocar en cada rincón banderas y otros objetos alegóricos a la celebración.
Debe ser una decisión conjunta de los tres Poderes del Estado, no solo del Poder Ejecutivo, porque es un tema que trasciende y más bien unifica el país por encima de cuestiones politiqueras.
En tercer lugar, nuestras carreteras carecen de paradas que informen cada momento de lucha del pueblo dominicano.
Quien ha visitado otras naciones ve como con facilidad a medida que recorre las vías de un Estado o comunidad a otra, guías y museos que abordan con orgullo la historia acumulada de esos lugares.
En el país eso debe ser más que un parque con una tarja en mal estado. Para que los jóvenes valoren y comprendan el valor de su nación, esto debe inculcarse con orgullo y de manera constante.
No hay que esperar un fin de semana largo que generalmente significa gozadera, más que sentir el valor de la fecha.
Estoy seguro que esas manifestaciones servirán para honrar a Duarte como se merece. La República Dominicana que soñó. Se trata, pues, de planificar con orgullo nuestra dominicanidad para que las nuevas generaciones reciban con entusiasmo nuestras fechas. Duarte lo dio todo por la patria, por eso merece que lo honremos con orgullo.
En fin, hay una frase del novelista y periodista estadounidense Ernest Hemingway que me recuerda mucho a Duarte por lo claro que fue en sus propósitos: “El hombre que ha empezado a vivir más seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera”. Así vivió, así debe ser recordado y así debemos emularlo.
¡Que viva la República Dominicana de Juan Pablo Duarte!