El FMI y el Banco Mundial presentaron la semana pasada sus cuadros macroeconómicos, con previsiones de otoño para América Latina y el Caribe. Básicamente este año la Región sufrirá un enorme desplome, de 8.1%, el segundo más alto del mundo, solo por detrás de la zona euro, con rebote de 3.6% en 2021, lo cual implica que deberá esperar hasta 2023 para recuperar el nivel de PIB previo a la recesión.
Los números de la Cepal son peores, pronostica caída del PIB de 9,1% y de 9.9% el ingreso por habitante, un nivel que no se veía desde 2010.
No obstante el torpedo para la Región, el PIB dominicano se reduce entre 5.3% y 5.5% en 2020, y por efecto rebote prevén que tendremos una salida más rápida de la crisis, recuperación en V en 2021.
Es decir, el PIB creciendo a velocidad de crucero agrega lo que perdemos este año, con el consumo e inversión privada como dinamizador.
Nos diferenciamos de la Región por la política monetaria ultra-expansiva, en buena medida neutralizo la caída de la oferta y la demanda en un contexto de reducción de la productividad y crecimiento negativo a nivel global.
Las medidas del Banco Central se apoyaron en que una economía como la nuestra, dependiente del consumo privado, menos capacidad de gasto de las familias significa menos crecimiento, lo que amenaza con una recuperación más lenta de lo que cabria esperar.
Por los estímulos monetarios y deprimido precio del dinero, hasta septiembre se había canalizado más de RD$15 mil millones a 18,927 hogares en todo el país, evitando desplome del consumo privado como consecuencia de la caída de las entradas de dinero en las familias por perdidas de sus fuentes laborales en el contexto de confinamiento obligatorio.
También aportaron los programas Fases I y II, por lo que correcta es la política del gobierno de mantener las compensaciones en el Presupuesto de 2021.
Se debe decir que la actual política fiscal está en línea con las siguientes recomendaciones generales del FMI, comentadas la semana pasada por su Directora Gerente, Kristalina Georgieva: Uno, «que en el corto plazo los países no dejen caer demasiado pronto las medidas de apoyo fiscal, podría provocar una ola de quiebras y un gran aumento del desempleo».
Dos, «el déficit del Presupuesto no es el mayor riesgo ahora, debe mantenerse el apoyo fiscal al menos en 2021, con la salud y la educación como prioridad».
Y tres, «en el futuro (mediano plazo) adaptar el sistema fiscal para adaptarlo al mundo del siglo XXI y hacerlo más equitativo». Porque «una reforma de calado del sistema fiscal tomara tiempo, no es tarea fácil en medio de una crisis sanitaria sin precedentes contemporáneos».
Mi opinión la escribí la semana pasada, el gobierno debe continuar con los preparativos para someter al Congreso Nacional la reforma fiscal integral en la segunda mitad del 2021, la cual, acumulado en cuatro años, en el mediano plazo como lo recomienda el FMI, debe producir alrededor de 6% del PIB.
Es el dinero fresco que se necesitará para equilibrar las cuentas fiscales e iniciar un proceso de reducción del volumen de la deuda y como porcentaje del PIB.