En aeropuerto Punta Cana; una aberración rampante

En aeropuerto Punta Cana; una aberración rampante

Fuimos a Costa de Marfil en representación del país a la celebración de la 92 reunión ordinaria del Consejo de la Organización de Cacao (ICCO). El vuelo más directo resultó ser por Air France, Santo Domingo-París-Abidján. El retorno tenía la variación de una parada en Punta Cana. Anteriormente habíamos hecho esta escala y los que continuaban viaje hacia Santo Domingo permanecían en la aeronave hasta que se desmontaran los pasajeros a ese destino y embarcaran los hacia Francia.

¡Sorpresa! Los geniales administradores del aeropuerto decidieron, que todos los pasajeros con destino a Santo Domingo debían descender con todos sus equipajes de mano, sin conocer la finalidad de esta odiosa necedad, pero intuimos que fue para que los viajantes conocieran las nuevas terminales del aeropuerto. Nada más insensato, ya que el Salón de Espera está a más de 200 metros en donde el pasajero debe descender por una rampa, para al final subir por otra, no sin antes, a viajeros que habían sido “escaneados” en al aeropuerto Charles De Gaulle, tener que pasar sus pertenencias y ellos mismos por el aparato detector de metales.

Y nos preguntamos ¿descendiendo por una manga, puede una persona tener en posesión algún objeto prohibido? Lo peor del caso es que venían tres pasajeros en silla de ruedas y tuvieron que pasar por el martirio de las dos interminables rampas para llegar al salón de espera. Los pasajeros con niños, pasaron las de Caín, ya que aparte del coche tuvieron que bajar mochilas, biberones y otros menesteres para menores de edad.

Quisimos indagar de quién fue la “brillante idea” de crear todos inconvenientes necesarios a viajeros que tenían más de nueve horas en el asiento de un avión. Por supuesto, ninguno de los empleados de seguridad, ni tampoco los empleados aeroportuarios conocían el origen de esta infausta decisión que pone todavía más en evidencia, el sub-desarrollo que no nos ha permitido asomar al menos a naciones más avanzadas.

Creemos que el flamante Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC), debe tomar cartas en el asunto para no seguir siendo el hazmerreir de los turistas que nos visitan y a los cuales escuchamos protestar por esta movilización innecesaria y sobre todo, por el “escaneo” de sus pertenencias, después de que las autoridades francesas, con equipos más sofisticados y modernos, habían realizado esas labores.

En favor de la nueva terminal debemos señalar que la misma supera por mucho la primera, pero debido a esta circunstancia, no creemos necesario que se obligue a los pasajeros a conocerla, sobre todo, después que los pasajeros proceden de París que cuenta con uno de los aeropuertos más completos y eficaces del mundo. Pero hay que perdonar la ignorancia, de quienes sienten que deben mostrar al mundo esta nueva instalación, que si bien es mejor que la anterior, deja mucho que desear con estas interminables rampas que bien pudieron economizárselas de hacerse el desembarque directamente de la manga a la sala de espera como sucede en la mayoría de los aeropuertos que conocemos.

Tal vez seamos una golondrina que no hace verano, o alguien que clama en el desierto, pero de mantenerse esta situación, tomaremos la decisión en nuestro próximo viaje, de abordar por una línea aérea que sirva directamente a Santo Domingo para no pasar por la estúpida y penosa experiencia que hemos redactado. Insistimos en que el IDAC debe exigir que se desestime este innecesario paseo para que triunfe la objetividad.

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