En algunos barrios de SD no se sintió que era Nochebuena

En algunos barrios de SD no se sintió que era Nochebuena

Algunas familias que habitan barrios pobres en el Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo no cenaron y otras  lo hicieron como de costumbre durante la Nochebuena, ya que no tenían el dinero para variar la dieta y porque las canastas que dijeron les prometió el Gobierno no llegaron.

En lugares como La Barquita, en Los Mina, Sabana Centro, en Sabana Perdida y los moradores de los barracones, en la Zurza, se conformaron con arroz blanco con huevo, otros con arroz con espagueti, mientras algunos cenaron gracias  a la solidaridad de los vecinos.

Lourdes Batista, madre de cuatro muchachos, cenaron con tres huevos, una libra y media de arroz y diez pesos de aceite. Ella vive próximo al río Ozama, en el barrio La Barquita. Según confesó “no contaba con dinero para el gran banquete a que aspira la mayoría en Nochebuena”.

A Batista, quien se la busca limpiando zapatos, se les fueron los ojos mirando los puercos en puya y los pollos girando en el horno, pues lo poco que se ganó en el día no daba para otra comida que no fuese arroz con huevo. Salina Antonia, quien vive en un callejón de La Barquita, logró dar de cenar a su familia porque “consiguió hacer un lavado en una casa de familia”.  De lo contrario se hubiese acostado sin echar nada al estómago.

Expresó que la canasta que prometió el Gobierno para la cena de Navidad nunca llegó, por lo que cree que si hubieran estado en campaña la historia hubiese sido otra.

Dominga Matos Peña se quedó esperando las canastas y una cena común que harían en el barrio que prometieron las autoridades, por lo que se conformó con guineo con espagueti en Noche Buena.

Catalina Vilorio, quien vive en Sabana Centro, en Sabana Perdida, pasó la nochebuena como cualquier otra noche, debido a que la situación económica no le permitió salirse de la rutina. Aida Jiménez, con sus cinco hijos en  los barracones, La Zurza, cenó con lo que quedó del medio día, ya que no tenía forma de hacerlo de otra forma.

Héctor Federico Reyes, con 76 años, se llevó algo a la boca porque los vecinos se apiadaron de él.

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