En Bayona, vecinos contra la violencia

En Bayona, vecinos contra la violencia

POR ÁNGELA PEÑA
La tragedia de Jesús Aníbal Polanco, un dirigente comunitario que tronchó la vida de cuatro miembros de su familia, y la suya, dejando graves lesiones a uno de los hijos que sobrevivió a los impulsos de su pasión descontrolada, determinó que un nutrido grupo de hombres y mujeres de Bayona y zonas aledañas se decidieran a enfrentar y prevenir la violencia familiar con eficientes técnicas de control que, a menos de un año, han comenzado a transformar el ambiente de comunidades antes caracterizadas por constantes pleitos entre esposos y niños, riñas entre pandillas, chismes de vecinas, atracos, asaltos, robos, tumbes.

Se han convertido en líderes a los que acuden las víctimas o los amenazados por cualquier tipo de violencia. Dominan infinidad de procedimientos para calmar maridos y mujeres agresivas, espantar ladrones, establecer si vale la pena continuar una relación de pareja o luchar para transformar a un ser humano que es bueno en sus cabales, pero al que el alcohol convierte en fiera. Conocen sus derechos, aprendieron a reclamar, imponerse, defenderse. Tienen ubicados los puntos para querellarse y llegan hasta las últimas consecuencias cuando se conocen dueños de la razón. Además de métodos de resguardo y protección han desarrollado entre ellos una impresionante solidaridad que se pone de manifiesto ante cualquier clase de ataque a su integridad o a sus bienes.

Ramón Padilla, Isabel Rivas, Adalgisa Almonte, María Jiménez Encarnación, Bertulio Marte, María Aquino (Amparo), Danilo Gutiérrez, Joan Bautista, Aída Tavárez, Ramona Comprés, Beatriz Lara, Antonia Jiménez Encarnación, Francisco Núñez, Ofelia Corniel Polanco, Etienne Elie, Altagracia Núñez, Eleuteria Rosario, Altagracia Méndez, entre otros, cuentan, con el rostro consternado, experiencias traumáticas pasadas, pero coinciden al afirmar que lo que han logrado hasta ahora «es grandioso».

Tuvieron noticias de los Programas de Prevención de Violencia Intrafamiliar que auspicia el Grupo León Jimenes junto al Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR), de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, y ya conversan el mismo lenguaje de sus instructores, hacen parecidas reflexiones y exhiben capacidad y sensibilidad ejemplares. Muchos son abogados, profesores universitarios, maestros de enseñanza elemental, pastores evangélicos, carismáticos y catequistas católicos, sencillas amas de casa, choferes, obreros…

Todos se han graduado como Promotores Comunitarios de la Cultura de la Solidaridad de Bayona, aunque en un especial encuentro con reporteros de HOY, en Bayona, participaron también más de treinta y cinco compañeros pertenecientes a los barrios Iván Guzmán Klang, Engombe, Brisa Tropical, Villa Nazareth, Hacienda Jiménez, El Cacique, Honduras, entre otros. El doctor Ángel Pichardo Almonte, médico, psicólogo, experto en trabajos sociales comunitarios, impartió los cursos.

TESTIMONIOS

Isabel Rivas afirma que ha visto un cambio en sus vecinos, en su hogar, en ella. «Yo misma soy un poco violenta, he aprendido que hay varias clases de violencia: física, psicológica, económica, social… Mi esposo llegaba borracho, dando golpes, pero gracias a Dios no está en la casa, me costó botarlo con la justicia, me motivé por mi propia familia», cuenta. Ahora aconseja: «Cuando a usted le «estrallen» un jarro, dé la espalda», añade, refiriendo además sus intervenciones exitosas en otros problemas de maltrato, como el caso de una madrastra a la que encontraron «estrangulando» a la hijastra.

Los maestros han apaciguado alumnos «muy violentos»; los conductores han controlado sus ímpetus. Danilo Gutiérrez, por ejemplo, era tan agresivo que una vez «le puse un cambio pesao al camión». Hoy admite que fue un error y dice que cuando le entra la impaciencia frente a otros choferes violentos, «cuento hasta diez, respiro hondo, porque ellos no tienen mi misma capacidad mental de control». Él es aún víctima de la injusticia por un intercambio de tiros y piedras iniciado en el frente de su negocio por bebedores que lo atacaron, mientras él dormía y el establecimiento estaba cerrado.

Ramón Padilla es abogado. Considera que la violencia es un grave problema social, que se había incrementado en Bayona. Es quien cuenta el triste final de José Aníbal Polanco, la esposa, una hermana, dos hijos. Allí se disputan terreno bandas como La Nación, Los King, Amor y Paz. Por esos pleitos es que Bertulio Marte se lamenta: «Hemos tenido experiencias muy traumáticas».

María Aquino narra que «lo único que comíamos era violencia. Hoy vivimos más tranquilos en base al amor y a la disciplina, a que no me teman sino que me tengan confianza, me amen. Eso he logrado con mis hijos a los que antes les gritaba, les daba pela. El cambio es grande, es el de una familia que crece en la comprensión y el amor».

Aída Tavárez, por otro lado, piensa que los divorcios y maltratos en el hogar tornan violentos a muchos pequeños mientras Ramona Campos aconseja profundizar en el por qué de la violencia de algunos individuos, «ir un poco más atrás, ver». Entiende que «una sola persona que decida cambiar, va a hacer la diferencia».

Antonia Jiménez Encarnación es catequista y previene la violencia infantil con oraciones, «les enseño a orar, a reconocer a Dios como a su Salvador. Oran y entregan conmigo sus hogares, piden por sus padres violentos», cuenta.

Etienne Alié, en otro orden, entró a los cursos afectado de violencia psicológica y física. Lo atracaron e hirieron para robarle el celular. El joven haitiano es maestro, fotógrafo y estudiante de idiomas en la Universidad Evangélica Nacional y afirma que «hay violencia política, física, sexual, doméstica, económica».

Cada uno tiene una vivencia que narrar. Todos desean exponer sus temores superados, publicar sus demandas y necesidades, ofrecer a la población lo que aprendieron. Quieren fiscalías en los barrios al igual que casas de conciliación para que los afectados «no tengan necesariamente que ir a la justicia».

Sus lemas son: «Por la construcción de una cultura de paz» y «Dichosos los Pacificadores». En sus testimonios hay expresiones comunes, como éstas: «Las puertas de nuestras comunidades están abiertas para ayudar. Nosotros estamos comprometidos a ser ejemplo».

 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas