En bienal, brillantez pese a desaciertos

En bienal, brillantez pese a desaciertos

(1) La finalidad de una bienal oficial sigue siendo la misma y se ha hecho incuestionable. Propone un diagnóstico de las artes visuales en el período y la fecha de su celebración, e informa de tendencias y opciones en la clase artística nacional. Aumenta la colección institucional con las obras premiadas, fundamentales en un patrimonio “museal” pobre en adquisiciones. Es la mejor oportunidad para que se revelen y se rebelen creadores emergentes, dejando también un espacio a los valores confirmados.

Una bienal que se distingue. La 27 Bienal Nacional de Artes Visuales corresponde globalmente a esta definición, a estos objetivos establecidos, aunque parte de sus premiaciones resulten controversiales, discutibles, hasta discriminatorias, y la participación inesperadamente masiva amerita apoyo y reflexión. Esa afluencia de talentos demuestra cuánto los artistas dominicanos –los jóvenes sobre todo– necesitan la bienal, oportunidad de realizar una obra especial y enseñarla…

 Se trata además de una edición innovadora… estamos viviendo la primera “bienal facebook”, donde partidarios, y sobre todo adversarios, agraciados, y sobre todo descartados, difunden, pública y ardorosamente, reparos, amarguras o loas en la red social.

Hablando sinceramente antes de llegar a los puntos objetables –y los hay–, consideramos que es una de nuestras mejores bienales, de las más brillantes, de las más divertidas… y ciertamente muy superior a las dos anteriores. Hay que visitarla varias veces. Cuatro plantas del Museo de Arte Moderno –aconsejamos empezar la visita por el sotano– nos ofrecen generosamente (re)creación tras (re)creación, sorpresa tras sorpresa, repetidas 186 veces… y mucho más si a las obras seleccionadas en competición agregamos aquellas, fuera de concurso, del maestro homenajeado Domingo Liz y de los artistas invitados.

El Museo de Arte Moderno, su directora María Elena Ditrén y en particular su  equipo museográfico ameritan las más cálidas felicitaciones. Esta bienal, donde la tercera parte de las obras participantes fue seleccionada, se impone como festiva, espectacular y compleja… Si bien es cierto que la inmensa escenografía resultante proviene de las obras mismas, de su vitalidad y una  notoria diversidad  por la completa libertad que se ha dejado a los artistas en formas y formatos,  el muy buen montaje ha exigido mucho trabajo, medios e ingenio. ¡Bravo!

No cabe duda de que las instalaciones, sus escalas, sus fantasías, constituyen el  elemento clave de esa animación visual y a veces sonora, sin que olvidemos la importancia creciente de los videos y sus imágenes en movimiento. Los tiempos cambian… Décadas atrás, el público disfrutaba la expectativa de categorías y protagonistas anunciados, hoy un hervidero de espectadores –y no solo la noche inaugural–  acude a una manifestación excepcionalmente atractiva para descubrir las últimas expresiones contemporáneas del arte… aunque parte de esos visitantes salgan decepcionados, airados o confundidos.

Los invitados. Esa sección especial  motivará una primera observación, y aquí el Jurado no es en nada responsable.

Puesto que los artistas consagrados y de extensa trayectoria optan por no participar –aunque hay felizmente sus excepciones– para dar todos los “chances” a los más jóvenes, se ha querido que una representación de estas personalidades del arte esté expuesta en cada bienal, en un lugar privilegiado, y así podamos comparar un arte maduro y/o cimero con  otro que se busca y asciende en pleno desarrollo. Con una muestra de cinco artistas “faros”, estaba perfecto. Ahora,  ignoramos  por qué, no solamente se ha multiplicado el número de invitados, sino que además se han mezclado tres generaciones, han convidado hasta a algunos todavía candidatos a futuros concursos…

La desigualdad es notable entre aquellos colgados dentro de la sala y los demás en paredes alternativas, luego hay obras casi pequeñas y otras de grandes formatos, ¡hasta una de dimensiones descomunales (y excelente) que visitantes desprevenidos veían como el Gran Premio de la Bienal! Aparte de que un solo cuadro, una sola escultura, no dan, salvo excepción nuevamente, la talla de un artista principal, y que precedentemente la cantidad de tres obras lucía muy preferible: para evitar desbalances entre los invitados convendría una suerte de curaduría, así como una colocación en condiciones espaciales equivalentes.

Respecto a las pinturas de Domingo Liz, se destacan magníficas, luminosas, desbordantes de imaginación y “savoir faire”, impresionantes por su unidad en la diversidad. He aquí una  introducción fastuosa a la retrospectiva homenaje que se abre dentro de pocos días en Bellas Artes. ¡Una calidad  grafico-pictórica excepcional!

ZOOM
La selección

Por primera vez, hubo un solo Jurado de tres personalidades para la selección y la premiación. Esa  decisión reductora se debe menos a razones de economía que a casi permanentes discusiones entre los veredictos a dos grados, a la atribución de compromisos respectivos, llegando hasta una animadversión no declarada.  Personalmente, estimamos positiva esta medida, que asegura en principio la coherencia entre las dos etapas decisivas, con una responsabilidad única.

La admisión ha sido amplia, no solamente por una opción de los jueces, sino muy probablemente por la  cantidad y la calidad de las obras inscritas. Como toda selección, ha sido a la vez objetiva y racional, eliminando participaciones malas, mediocres u obviamente plagiadas. Pero  no dejó de ser emocional y subjetiva, descartando obras muy interesantes, a considerar… y dignas de una mejor suerte. Pero no es una primicia y sucede en cada concurso.

Si nos referimos a categorías, la escultura confirmó su escasez, la gráfica igualmente, la cerámica aun más. La pintura ratificó su hegemonía cuantitativa, y el dibujo su vigencia. La fotografía, curiosamente parece en descenso, mientras el videoarte avanza como era de esperar. “Performance” y acción se mantienen. La instalación, con casi 40 piezas seleccionadas, es la triunfante en cuanto a los premios, y el entusiasmo crece por las obras mixtas y “multimedia”.

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