En busca de la “marca-país”

En busca de la “marca-país”

Innumerables  las cantidades de marcas de productos que han colapsado al poco tiempo de ser lanzados al mercado.

La creación de estas obedece a una serie de técnicas en la gestión de marketing. No obstante, la estructuración de una marca país como de cualquier otra marca no es un hecho meramente creativo y de gestión, es mucho más complejo de lo que puede ser para un producto cualquiera, no solo por el tiempo que conlleva, sino por los elementos a tomar en consideración en la construcción lógica del proyecto. El Presidente Leonel Fernández ha puesto especial atención en este tema, dado el componente estratégico que conlleva para el país la posibilidad de poseer una marca que lo identifique y diferencie en un mundo tan competitivo, que pueda servir de paraguas para los productos criollos (turísticos, ciudades, industriales y servicios), donde las ventajas relativas y comparativas por país han tenido que ser bien definidas para poder posibilitar la inserción en los mercados mundiales.

Es interesante el papel de promotor que realiza el Estado. De hecho, debe ser su función por el tipo de modelo económico aplicado en el país: un Estado que disponga políticas y facilidades con un alto grado de conciencia sistémica. Es vital que las instituciones lo entiendan y valoren. Asimismo, deben entenderlo y defenderlo los sectores que se beneficiarían de la iniciativa, ya que la marca país no descansaría necesariamente en los hombros de la administración del Poder Ejecutivo de turno. De hecho los tres poderes del Estado deben estar conscientes, por las implicaciones, de la percepción del país en el exterior, y de igual forma deben asimilarlo los partidos políticos, que deberían tomar en cuenta la forma de hacer política al momento de evacuar declaraciones temerarias, la práctica de reformas inmediatistas e intentos de  influir en las instituciones que tendrían repercusión más allá de las fronteras nacionales.

Se ha venido trabajando en la conformación de los clusters sectoriales e intersectoriales como forma de ir creando consciencia de la competitividad industrial y a la vez ir empoderando en los sectores económicos sobre la marca, de manera que se pueda autosostener en el tiempo. Asimismo, se ha realizado un inventario de actividades culturales.

Todo esto que se ha venido realizando es importante, pero puede fracasar si no se tiene en consideración el elemento sustancial de un proyecto de esta envergadura: la identidad cultural o la identidad nacional. Incontables son las páginas que se han llenado debatiendo cuales rasgos definen la dominicanidad: desde los que defienden el legado hispánico, los africanistas, indigenistas y  la influencia que ejercen más de dos millones de dominicanos y dominicanas que viven en los Estados Unidos, todo esto sumado al hecho de que somos una isla abierta.

Definir nuestra identidad cultural o nacional es el punto negro en el proyecto y  debe ser aclarado o  por lo menos aproximado. La creación de los clusters es una de las variables dentro de la arquitectura de una  marca país, pero es fundamental que se  despejen esos rasgos intrínsecos y que de momento se ven como los plasmaría un pintor expresionista, de manera difusa. Creo de vital importancia la incorporación de “think tanks”, tratadistas, estudiosos del tema en discusión, seguro que el Presidente  Fernández entenderá la propuesta. Debe comenzarse a realizar los estudios que  permitan identificar los rasgos comunes por regiones, por provincia, por barrios, de lo contrario cualquier intento por crear la marca país o marcas ciudades y regionales estarían determinadas también por el fracaso. Encontrar la madeja que nos define como dominicanos es la tarea principal.

Es que la cultura, así como la economía, resiste amplios análisis, y dada la amplitud de ambas sería importante intentar interrelacionarlas como forma de que puedan aportar un mayor desarrollo humano.

La identidad cultural o la identidad nacional es lo que vendemos al mundo. Es erróneo considerar que ser global es asumir una cultura global en sí mismo.

La globalización es un proceso y lo único que nos mantiene dentro del mundo globalizado es el comercio y la tecnología, en específico los medios electrónicos. Samuel Huntington planteó que la identidad cultural es el factor fundamental que determina las asociaciones o antagonismos de un país.

Asevera, que la pregunta frecuente será: ¿quién eres? La identidad cultural define de qué lado estás en la política global.

La creación de una marca en el caso de un país no es un instrumento meramente comercial. Puede ser un instrumento de relaciones exteriores con el cual se pueden afrontar crisis que puedan afectar nuestra imagen exterior e interior, entre otras cosas.

Es por ello, que el Ministerio de Relaciones Exteriores juega un papel importante, como también lo juegan los medios de comunicación. Estos no son proyectos de corto plazo. Por el contrario, es el tiempo, junto a estrategias de marketing consistentes y la disposición de políticas honestas, las que posibilitan el fortalecimiento del elemento ponderado, llegando a tener una personalidad única como principal activo, con valor económico superior al producto que representa, en este caso la República Dominicana.

 La marca debe ser una herramienta de conquista de mercados y actitudes hacia un país. Ayuda a reforzar la manera en que el mundo percibe a los ciudadanos, instituciones y productos de ese territorio geográfico a través de atributos positivos. También puede aglutinar el sentimiento de pertenencia a lo interno, de modo que podamos encaminarnos hacia el objetivo común, o mejor, nuestro bien común: el proyecto de nación anhelado.

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