En busca de «su majestad la Feminidad»

En busca de «su majestad la Feminidad»

PARÍS (EFE).- Nuevos modistos de la alta costura de París y una abundante presencia libanesa cerraron el pasado miércoles la temporada de desfiles para la primavera-verano de 2005, en busca de «su majestad la Feminidad».

Esa ‘reina’ soñada fue, precisamente, la que vistió sobre la pasarela el modisto Zuhair Murad, quien contó entre su público con numerosos compatriotas, entre ellos una treintena de clientas y admiradoras de diferentes generaciones, encabezadas por la bella esposa del ex primer ministro libanés Rafic Hariri, Nazek.

Casi en bloque, el grupo acudió luego a la Escuela de Bellas Artes de París para asistir a la otra gran presentación ‘mil y una noches’ del día y contemplar las creaciones de Elie Saab, toda una figura nacional, famosa por sus diseños para la reina Rania de Jordania.

Feminidad triunfante fue también la impulsada sobre la pasarela por Stéphane Rolland, uno de los nuevos nombres de la alta costura que da vida a una ilustre firma, la de Jean-Louis Scherrer.

Amante del rigor en el corte y de la geometría pura, adaptador de códigos masculinos a la indumentaria femenina más exquisita, Stéphane Rolland ofreció igualmente a la mujer del verano próximo la posibilidad de envolverse en muselinas, drapeados, crepes y guipure bordados para no pasar desapercibida en las fiestas y galas del planeta.

El lugar elegido para mostrar su colección fue el no menos seductor Pabellón Ledoyen de los Campos Elíseos, en esa zona todavía ajardinada del centro de París.

No muy lejos, en el cabaré El Lido, situado en la misma gran avenida parisiense, más cerca del Arco del Triunfo que de la plaza de la Concordia, Franck Sorbier estrenó con un desfile majestuoso su título de miembro de la Cámara Sindical de la Alta Costura, a la que hasta ahora pertenecía como invitado.

Allí dio una lección de costura y poesía inspirada en África y titulada «Loveland», un país donde «resuenan miles de sonidos multicolores» y donde se escucha «la música de la felicidad».

Su colección, todavía más bella, sólida y consistente que la anterior, ha de bastarse a sí misma y debe encontrar en ella la potencia -económica- que le permita seguir existiendo.

Entre los mejores momentos ofrecidos por Sorbier cabe destacar el contraste de negro y blanco, su utilización de tejidos típicamente africanos a la occidental, comprimidos, tan a su gusto, con esas técnicas que sólo el conoce. Brillaron igualmente sus creaciones de pasamanería y sus chaquetas multicolores bordadas a la africana.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas