En busca del buscapié

En busca del buscapié

No debe sorprender lo que está viviendo hoy la sociedad dominicana en lo que atañe al “sentimiento nacional”. Durante muchísimos años, algunos historiadores se empeñaron en demostrar que la “animadversión” contra los haitianos que había en la RD era resultado del “adoctrinamiento trujillista”. Las personas mayores, según está opinión, manifestaban un “antihaitianismo militante” porque Trujillo había masacrado ocho o diez mil haitianos. A ese genocidio se le llamaba “el corte”; la “operación perejil”, decían ciertos militares que estuvieron involucrados en la matanza. También presentaban “africanismo” e “hispanismo” como dos instancias insolubles. Nadie se atrevió a argumentar que la lengua y la cultura españolas podían penetrar en las almas de negros, blancos y mulatos.

Raza y cultura, como es obvio, no son equivalentes; sino que lo digan japoneses, chinos, coreanos, todos de raza amarilla; tres grupos humanos con identidades bien diferenciadas. Sociólogos e historiadores “revolucionarios” pretendían que adquiriésemos “conciencia racial”. Algunos pedagogos llegaron al colmo de proponer que en las escuelas se agruparan los niños en aulas distintas según el color de su piel. Una madre, al oír esto, me dijo: tengo tres hijos; uno blanco, otro “obscurito” y uno “jabao”. ¿Dónde iría el “jabao”? Querían recorrer al revés el doloroso camino de integración racial que se hizo en las escuelas del sur de los EUA.

Los dominicanos tuvimos la suerte de que la corona española permitió que los mulatos tuviesen cargos públicos, pues era escaso en la población el número de blancos; en Cuba, donde había muchos blancos, no lo permitió. Por eso en Cuba los prejuicios raciales están profundamente arraigados. Cincuenta años de revolución socialista no ha podido suprimirlos. Las invasiones haitianas de 1801, 1805 y 1822, crearon los “problemas dominico-haitianos”. Los enfrentamientos posteriores –hasta la última invasión del emperador Soulouque–, los agravaron.

Durante la ocupación de Boyer, que se prolongó por 22 años, se cobraron impuestos a los dominicanos para pagar “reparaciones” a Francia sobre plantaciones que no habíamos quemado. El principal documento que prueba las tropelías cometidas por Dessalines es el “Diario de Campaña” del propio Dessalines. Esos “historiólogos”, manipuladores políticos, han realizado un trabajo irritante… “contra natura y contra historia”. Les ha salido “la criada respondona”. Y han encontrado tremendo buscapié.

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