Un día 26 de enero del año 1813, nace Juan Pablo Duarte y Diez, siendo sus padres Juan José Duarte Rodríguez, español, radicado en Santo Domingo, y Manuela Diez Jiménez, criolla, nacida en Santa Cruz del Seibo, quienes procrearon una familia digna y numerosa de 7 hijos, cuatro hembras: Rosa, Francisca, Filomena y Sandalia y tres varones: Vicente, Juan Pablo y Manuel. De las mujeres se destacó, de manera sobresaliente, Rosa Duarte, y de los hombres, Vicente Celestino y Juan Pablo, fundador de la sociedad patriótica La Trinitaria que da origen al movimiento de liberación e independencia nacional que culmina luego de duras y heroicas batallas, con la creación de una nación libre, soberana e independiente bautizada con el nombre de República Dominicana y su escudo que reza: “Dios Patria Y Libertad” abrazado por la bandera tricolor de sendos cuartos azules y rojos, separados por una cruz blanca.
Nada nuevo ni mejor se dirá de lo mucho que con mayor sapiencia y elegancia, haciendo honor a la verdad, se ha dicho sobre la vida y la obra de Juan Pablo Duarte, nuestro insigne Patricio, el olvidado.
1. Todavía los restos mortales de su más cruel perseguidor, General Pedro Santana, “Marqués de las Carreras” que condenó al ostracismo a él y a toda la familia, reposa en el Panteón Nacional para gloria de la infamia. 2. Buenaventura Báez, por desventura seis veces llegado al Poder en su afán anexionista olvida su amonestación: “Nuestra patria ha de ser libre e independiente de toda potencia extranjera o se hunde la isla.” 3. El astuto dictador Ulises Hereaux, no sabiendo qué hacer con tantos héroes, hace carambola con Duarte, a quien relega obligándole compartir un nicho que solo a él pertenece como reconocen los dos exaltados que veneran su inmarcesible figura capaz de sacrificar su fortuna familiar a pedido de Sánchez y de rechazar la proclama presidencial que Mella enarbola en Santiago y Puerto Plata y Duarte porque su ambición es otra, no es mandar y hacerse obedecer. Solo aspira que seamos “justo, lo primero, si queréis ser felices” y que la nación se encauce por el camino del bien común, “posea leyes sabias y justas que conserven y protejan la libertad personal así como la propiedad y los demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen.” 4. A Trujillo le gustó el jueguito de Lilís, que le abría una anchurosa puerta al olvido y su ego con un nuevo despojo, haciéndose llamar “Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva.” 5. Su heredero político, desdibuja su imagen beatificándolo como “El Cristo de la Libertad” pero en su accionar reniega de sus virtudes, echando al olvido sus enseñanzas. 5. Bosch quiso recatarlo y rinde cuentas al pueblo del uso del poder, una vez derrocado: no maté, no robé, tampoco permití el robo, el crimen, la corrupción, dando ejemplo de vida austera, decente, al servicio de su pueblo. Y forma ilusionado un nuevo partido buscando a Duarte para continuar su obra inconclusa que se diluye en el olvido, marchitando también su memoria.