Muchas personas se eximen de participar en política activa por diferentes razones. Algunos porque quisieran que los partidos fuesen como ellos los idealizan; algo así como un retrato de sus deseos, aspiraciones, pensamientos o inquietudes, y eso es difícil, porque las organizaciones son espejos en los que se proyectan los diferentes pensamientos, estilos y formas de actuar, fundamentalmente de quienes los dirigen coyunturalmente.
Existen pocas organizaciones perfectas o ideales, especialmente los partidos, porque en ellos prevalecen las conductas humanas, influenciadas por la formación y las diferentes formas de concebir la sociedad o el mundo. Se parecen más a las voluntades de quienes los dirigen que a los deseos de los que quieren participar y se eximen de hacerlo esperando que aparezca el ideal.
Los partidos se transforman y adaptan a las realidades concretas del momento; de forma individual, grupo o conjunto, y se hacen más complicados cuando se rompen las barreras de la prudencia y las vinculaciones son más personales que ideológicas o programáticas; porque al abrirse y dejado en segundo plano la formación y los temas ideológicos, se crean abanicos de pensamientos tan diversos, que la identidad entra en una especie de limbo, dándole paso a las nucleaciones grupales por razones diversas, de forma preponderante, por la fuerza de los liderazgos.
Otros temen participar activamente, porque piensan que al entrar en un partido, en cierto modo deben abandonar muchas actitudes individuales y adaptarse a las reglas generales, sobre todo, cuando los que se inician no participaron en su estructuración, pero teniendo en cuenta la situación que con frecuencia se da, con la presencia de dirigentes que aun teniendo muchos años participando y creando sus reglas, tampoco las respetan, lo que constituye una desviación al pensamiento democrático que aleja voluntades.
Hay quienes entienden que más que estar de acuerdo con lo que hacen o dicen los dirigentes que controlan las estructuras partidarias, es más importante darle el impulso necesario al pensamiento democrático y valorizar los programas y acciones de contenido social que los conduzca por los caminos que entiendan correctos y necesarios; sin embargo, son los pensamientos y las conductas de los dirigentes las que atraen, alejan o neutralizan voluntades.
La democracia se construye de muchas maneras, participando es una de ellas, pero sobre todo haciéndolo con voluntad, ecuanimidad y unidad aún dentro de la diversidad, pues aunque hubiese una verdad absoluta, existen diversas formas de interpretarla. Aceptando la presencia de liderazgos diversos; entendiendo que mucha gente quiere contribuir a preservarlos, pero necesitan que sus dirigentes sean capaces de enmendar errores.
El PRD como herramienta de nuestra democracia atraviesa por una coyuntura especial y debe tener en cuenta estos como otros aspectos, no solo para atraer nuevas voluntades, sino para demostrar que es posible encontrar fórmulas que hagan posible la convivencia democrática y civilizada. Entendiendo que lo político y lo legal deben o pueden adaptarse, sustentarse o moldearse de acuerdo con lo que la gente quiere y el momento exige.