POR LLENNIS JIMÉNEZ G.
Las oraciones de los residentes de la calle San Juan Bosco no han valido para conmover a las autoridades de la necesidad de que les envíen agua potable permanente.
Las plegarias a Dios, a la Virgen y a su protector religioso que han hecho los fervientes cristianos de la barriada San Juan Bosco, -como confesaron- en el Distrito Nacional, sólo sirvieron para conseguir que cayese un poco de lluvia.
Así lograron llenar los envases. Durante algunos días la gran escasez confirma la creencia de que el santo salesiano que le dio nombre a su sector fue proclamado patrono de los magos e ilusionistas.
Están secas las tuberías que conectaron estas familias al sistema del acueducto que les fue instalado en el año 1973, pero persisten en su interés de infundir compasión en quienes administran el servicio.
La gente de la calle San Juan Bosco dijo tener tres meses con el servicio del agua interrumpido, lo que no se explican porque la mayor parte del sector está abastecido.
Amas de casa y propietarios de negocios de la calle San Juan Bosco culpan a las autoridades de la escasez que los afecta y que se ha convertido en una situación crítica.
A ellos llegó la información de que a los dos tanques que almacenan millones de galones de agua en la Rocco Cochía con San Juan de Bosco les están conectando tuberías más amplias, tanto de salida como de entrada.
A tres calles del Palacio Nacional, asiento de la Presidencia del país, niños menores de ocho años cargaban galones de agua. Se abastecían en una pequeña llave entre la calle Rocco Cochía, cerca de la Cachimán y San Francisco de Macorís.
Unidos ante escasez
La falta de agua obligó a Lourdes Guzmán y a sus amigas contiguas a la casa 58 de la calle San Juan Bosco a hacer colectas para adquirir agua.
A RD$500 les cuesta el camión para llenar varios tinacos. Guzmán contrató una mujer que le lava la ropa en otro sector, por RD$300 a la semana.
Lidia Taveras dijo que semanalmente compra agua en su casa número 56. El propietario de DLuis salón-peluquería, Luis Morillo, indicó que ha tenido días en los que paga RD$45 por un botellón de agua para lavarle el pelo a sus clientes, pese a que la competencia no permite reajustar los precios.