En competencia con la muerte, jóvenes se arriesgan en carreras

En competencia con la muerte, jóvenes se arriesgan en carreras

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Con la adrenalina al máximo e impacientes por percibir la combinación del sonido de sus motocicletas a alta velocidad con el golpe del viento en sus cuerpos, jóvenes se juegan la vida en competencias clandestinas en diferentes avenidas del país en una práctica que, al parecer, envuelve todo un negocio a su alrededor.

Talleres ordinarios se especializan en modificar las estructuras de las máquinas a las motocicletas logrando ponerlas en condiciones de correr de alrededor 110-120 kilómetros por hora, como son diseñadas, a 170-180 kilómetros por hora, dependiendo del tipo y marca.

A partir de eso se desarrolla un mercado en el que personas hacen apuestas de dinero, alquilan las motocicletas ‘preparadas’ y sirven de espectadores a las carreras.

 

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